sábado, 31 de enero de 2009

La izquierda y la Crisis II.

A río revuelto ganancia de pescadores.


Del mismo modo que la izquierda carece de un plan de contingencia en caso de crisis esconómica, pese a que sea un hecho público y notorio que el capitalismo oscila entre auges y crisis, tampoco posee un discurso para enfrentar la reacción capitalista que con la excusa del desempleo avanza todo el terreno que puede hacia la precarización laboral.

Sindicatos que hace un año se encontrabn en pie de guerra en áreas tan sensibles como la pesca, la silvoindustria y la minería, hoy ofician de agentes de sus patrones. El primer caso se dio hace unos meses producto de la infección del virus Isa en plena huelga de los empleados de las salmoneras; de un día para otro los dirigentes sindicales dejaron de pedir aumento de sueldo para presionar al gobierno para que decretara concesiones (es decir regalara a las empresas) otros predios más al sur. Empleados pesqueros de la región del Bio-bio hoy piden algo similar, un aumento de las coutas de captura para sus empleadores para que les sea sustentable el negocio; en época de crisis es preciso dejar de lado no sólo las consideraciones laborales pues es mejor ser explotado que carecer de empleo, y tambien todas las sensiblerías ambientales pues para qué queremos peces mañana si hoy tenemos hambre. Dichos argumentos parecen incontestables y a nadie pareciera sospechoso que constituyen el núcleo argumental del neoliberalismo.

Para aquellos que se apuraron en dar la extrama unción al capitalismo ultra liberal de las últimas décadas deberían tener presente que lo que se viene es un tratamiento intensivo de la misma medicina: Velasco, nuestro yuppie ministro de economía, para palear la crisis no pretende ninguna medida estatal en el sentido keynesiano del término sino que puro intervencionismo monetario de parte del fisco, es decir, lo mismo que hizo Pinochet en los ochenta. Como dijo Julio Rodriguez, la onda ochentera parece imponerse en todos los aspectos de la vida. Incluso la política "contracíclica" de Bachelet es aún más neoliberal que la de Pinochet, puesto que en vez que PEM y POJ (Programa de empleo mínimo de Pinochet conocido por encomendar a una cuadrilla de operarios cavar una zanja y a otra a taparla, el objetivo era moral, que las personas se ganaran el sustento con su esfuerzo independiente que ese trabajo fuera provecho para alguien) lo que se pretende es una serie de obras públicas privatizadas, es decir, concesiones, con las cuales se pretende absorber la mano de obra perdida por el frenazo en la construcción. En materia de finaciamiento a las pequeñas y medianas industrias la política se conduce por la banca privada y se le regalan una infinidad de recursos, independiente que la banca esté con utilidades billonarias, para que el dinero lo invierta pero los usureros se lo guardan puesto que es mejor negocio seguir especulando con el peso porque el banco central mantiene las tasas de interés más caras del mundo.

Para evitar la inflación el banco central frena y frena el carro hace más de un año, recordemos la tonterita del dólar que no sólo costó milones de dinero fiscal sino que desaprovechó la infinidad de inversiones tecnológicas que eran posibles con un peso tan alto. La ministra del trabajo, socialista al igualq ue la presidenta, declaró al asumir: Soy de izquierda pero tambien soy pragmática. ¿Qué quiso decir? ¿Lo mismo que nos resulta evidente con Obama? Las declaraciones las efectuó pues al asumir debió hacerse cargo de la ley del pago del día domingo a los trabajadores a comisión, conocida como de la semana corrida. La direción del trabajo ya recortó el ochenta por ciento de su vigencia y el veinte por ciento lo harán los tribunales; si ambos cumplieran lealmente su rol esa ley no debería haberse promulgado pues lo que estaba haciendo el comercio era contrario a una interpretación pro operario que exigen los convenios internacionales. Es un caso muy similar al de la ley de subcontratación. ¿Lo que pragmática querrá decir una mayor flexibilización laboral, trabajo infaltil, vuelta al sistema de encomienda? Como ha sucedido tantas veces un paso para adelante y cinco para atrás.

Me gustaría saber qué a qué propone la izquierda en estos asuntos. Ya sabemos qué es ser pragmática para nuestra ministra del trabajo pero me gustaría saber cual es la alternativa. Cuatro años de crisis bastarán para aprobar hidroaysen y desmontar el precario sistema de protección social con que tanto se han lavado la cara nuestros gobernantes.

Obama y los biocombustibles.

El sueño hecho realidad es una pesadilla.


Todo ocurrió del modo que predije hace diez meses cuando Bush se reunión con Lula: Los biocombustibles serían el futuro de los EE.UU.

Ya lo anunció Obama, el gigante del norte dejará de ser dependiente del medio oriente a mediano y largo plazo, aprovechando las millonarias inversiones que se requerirán para reconvertirse para levantar su economía.

¿Porqué Bush, petrolero de familia petrolera, iba a celebrar un tratado con Lula para dejar de depender del petroleo? ¿Porque quería causar el hambre de millones de personas según los delirios castristas?

¿Porqué Obama cometería la torpeza de seguir tirando la cuerda que produjo la crisis según tantos reputados analistas?

Lo que ocurre es que lo único cierto que ha dicho Castro y Chavez en los últimos meses ha sido que Obama y Bush son casi la misma cosa.

El precio del petroleo y de los alimentos a los gringos los tiene sin cuidado pues aún comen y llenan el tanque; lo que les preocupa es la pérdida del dominio comercial de los EE.UU. Tampoco les interesa la crisis ambiental.

El asunto es más sencillo, los gringos se hicieron los dueños de casi todo porque dominaron la industria de la bencina (gas oil) lo que los llevó a ser los mayores productores de vehículos durante casi ciencuenta años. No se quería cambiar porque los números aún eran azules aunque eso se lograra a punta de bayonetas. Hoy, independiente que se quiera o no hacerlo, es imperativo cambiar. Lo que busca Obama es que los gringos retomen su liderzgo en la industria perdida bajo los japoneses, esta vez con un nuevo combustible made in usa, los de origen vegetal.

Los antiguos petroleros se transformaran en agricultores y nada bueno sucederá. Lo que estaba haciendo Lula y Bush era modelar el futuro mientras la voces histéricas del pasado no comprendían qué sucedía: Brasil será una economía aún más poderosa en veinte años, los EE.UU soportarán el vendabal como dos veces lo hicieron los alemanes y otra los japoneses (apelando a su población altamente instruida, emprendedora e ingeniosa). No serán lo que son hoy pero sin duda no se argentinizarán. Cuba y Venezuela seguirán siendo exáctamente lo mismo que siempre han sido: Colonias. Pues no basta una revolución independentista para independizarse, ni tampoco dinero en los bolsillos; hace falta entre otras cosas una visión de futuro que los países dominados parece que tuvieran atrofiada. Mientras en la Habana y Caracas se piensa cómo se mantienen a flote unos cinco años más los EE.UU y Brasil acuedan qué será el mundo durante la próxima centuria.

viernes, 30 de enero de 2009

La Izquierda y la Crisis.

Reflexiones acerca de la falta de propuestas.






Marx en la Ideología Alemana sostenía que la revolución se produciría cuando el capitalismo fuera insoportable para la mayoría de las personas en el mundo. Comenzando una nueva crisis, sin siquiera habernos levantado de las dos anteriores (82' y 97') me preguntó cuando será insoportable, bajo las premisas marxistas, y qué ocurrirá luego de esa revolución. Me parecen preguntas ingenuas pero válidas puesto que tras esta frase se esconden dos grandes bultos eludidos: El primero, una mitología democrática de la sociedad; segundo, qué hace la izquierda durante una crisis económica ¿se burla en una esquina canturreando "yo lo dije"? ¿Busca el modo de acrecentarla pues la caída del sistema producirá el socialismo por defecto? ¿O propone soluciones alternativas a las capitalistas para superar la crisis? ¿Se dispone de esa soluciones alternativa?

La economía de crisis es una economía de guerra según Hobsbawm y Wallerstein. Se había impuesto en Alemania inclusive antes de la primera guerra como sostenía Weber en su “teoría de las ciencias sociales” y ese modelo lo prosiguió Roosvelt, Churchil, De Gaulle, Lenin, Stalin, Ho Chi Minh, Hitler, Hiroito, Sadam Husein y por supuesto Obama. La discusión gira en torno a quien fue exitoso en dicha economía de guerra, lo que decidió en gran parte los conflictos, no sobre si se trató de proyectos económicos alternativos.

La imposibilidad de que Venezuela haya despegado en momentos irrepetibles en que el petroleo nunca valió tanto, explica por sí mismo la orfandad de ideas en que se encuentra la izquierda pues no es capaz de sentar cabeza ni con las condiciones optimas.

Pareciera que la economía capitalista es más exitosa cuando la emprenden capitalistas en vez que improvisados jefezuelos carismáticos; todo dependería de un milagroso cambio del sistema el cual el izquierdista espera pero no hace nada para su advenimiento pues todos sus esfuerzos se dirigen a obtener o aumentar el poder en la sociedad capitalista en donde los capitalistas reinan indefectiblemente.

La razón de que los candidatos presidenciales de izquierda efectúen promesas demagógicas y populistas que luego no cumplen, si es que se conjugan los astros y llegan a gobernar, es que un automóvil no puede usarse ni como aeroplano ni menos como nave interestelar. Ostentar la primera magistratura no significa ser el hombre más poderoso del país, o más poderoso que todos los demás poderosos juntos, ni tener capacidad de lidiar contra el sabotaje nacional e internacional. El estado formalmente entendido consta de poderes legislativos que pueden ser puestos a dormir con grandes esfuerzos, pero de todos modos persistirán los magistrados, tecnócratas, y los funcionarios que componen la burocracia. Nadie puede gobernar contra todos ellos.

Esto nos lleva al primer asunto relevado, ¿El pueblo unido jamás será vencido?

No me parece que así sea puesto que existen múltiples evidencias de lo contrario. Muchos dirán que siempre el invasor u opresor se ha impuesto con el apoyo de los oprimidos ¿Pero acaso eso no transforma a esos traidores en gobernantes? Esa podría entenderse como una mera cuestión retórica pero lo que quiero manifestar es que los sistemas de control de la clase dominante mundial, y sus embajadas locales, son mucho más eficientes de lo que quisiéramos y pretender que nuestra acción colectiva bastará y sobrará es creer que nuestro sistema es esencialmente democrático. Que no se nos olvide que los ricos pueden pagarle a la mitad de los pobres para matar a la otra mitad, en eso consiste básicamente el poder del dinero.

Es preciso crear brechas en la clase dirigente y conciliar en un plan que permita no sólo la toma del poder sino que asegure impedir un ejercicio del poder equivalente a la situación que se quiere superar.

Lo contrario es transformar a los revolucionarios en clase dirigente, y cuando el proceso es local, en parte de la clase dirigente. Eso se resume con decir cambiar todo para que nada cambie.

Un gobierno que se dice de izquierda gobernando en un sistema de derecha es un fraude que forzará al líder a hacer todo lo posible para seducir a sus adherentes, pues sólo el escandilamiento explica su vigencia.

lunes, 26 de enero de 2009

La Libertad.








La libertad es una idea típicamente civilizada, pero la civilización es la negación misma a la libertad. La libertad no impera pues la civilización es el imperio de unos pocos sobre otros muchos por lo cual el capricho de los gobernantes, limitado por la sustentabilidad del sistema artificialmente creado, y hasta de la naturaleza misma, es lo que rige a todos incluyendo a los gobernantes. La libertad no pasa de ser una quimera sólo posible de lucubrar dentro de un sistema opresivo. Si la libertad impera la idea de libertad sería impensable.

Pero la humanidad precivilizada tampoco es un referente a la libertad que llega a concebir el hombre contemporáneo víctima de una abstracta opresión. Para quienes viven modalidades de dominio vivificadas mediante tormentos cotidianos manejan una noción de libertad elemental la cual queda satisfecha con el cese de los latigazos. Los inmigrantes que provienen de lugares en que la guerra o la economía, o la economía de guerra, configuran un sistema en que la dominación implica dolor, hambre y muerte, nos muestran con su acrítica adaptación a nuestros pacificados sistemas que la opresión de nosotros les basta y sobra para satisfacer sus básicas expectativas de libertad. Sin embargo para quienes la libertad civilizada es la norma, es posible distinguir aquella opresión abstracta que episódicamente se torna en un evidente fascismo que luego es identificado con el nombre de algún culpable: Algún Hitler, Pinochet o Bush.

La libertad civilizada en la cual discurrimos los sujetos afortunados de nuestra sociedad es comparable al paraíso para los desafortunados. Para la gran mayoría de los seres humanos el contexto cultural en que han sido formados se equipara al hábitat de los animales es decir, a una condición necesaria y a la vez suficiente para la existencia. Sin embargo lo que permite hacer una distinción entre humanos y animales se encuentra precisamente en que el ser humano es capaz de prescindir de un hábitat construyendo sistemas sociales complejos capaces de hacer posible la susbsistencia en cualquier medio ambiente. Los sistemas culturales por lo tanto no son hábitat pero la noción de la plasticidad de los sistemas sociales le es ajena a la mayoría de los seres humanos lo que les fuerza a defender al propio tal cual como un león lo haría con su territorio de caza, es decir su hábitat. Lo cultural se torna en natural y por lo tanto inmutable de acuerdo a los parámetros del tiempo humano. Las aspiraciones se construyen de acuerdo a las reglas que provee el propio sistema y por lo tanto sólo le es posible exigir mejoras tolerables para la sociedad pero aspirar a transformaciones radicales, que pongan en riesgo la sustentación del medio social, o sencillamente reivindicar la humana capacidad de crear un nuevo sistema recreando todo lo existente, es excepcional. Se requiere que un sujeto deje de estar sujeto a su medio social, el mismo que lo ha formado, y al mismo tiempo sea capaz de relacionarse en dicho medio para que sus ideas sean comprensibles de lo contrario no sería posible distinguir su posición política de un estado de locura.

Cuestionar el sistema en el que uno ha sido formado es excepcional pero lo es aún más el pretender el establecimiento de otro en vez que la mera reforma del actual. Tanto desde el social cristianismo hasta el anarquismo la propuesta consiste en reformar el sistema actual de modo que sea posible que el trabajo no sea explotación y el emprendimiento dominación pero tales anhelos son irrealizables puesto que son características inherentes a la civilización. La ideología liberal es tan sólo eso, ideología, y no está diseñada para tomarse en serio; el equilibrio del sistema depende de millones de perdedores, de desafortunados, de excluidos. Los pesados engranajes del sistema mundial requieren más músculos y bríos que los que pueden motivar los objetos de consumo y o símbolos de estatus, indefectiblemente precisa de esclavos y carne de cañón cualquiera sea el nombre con que los designemos a estos.

Que nos sea suficiente la libertad a que se puede aspirar en la civilización depende de nuestros escrúpulos puesto que nuestra relativa seguridad y comodidad es pagada con la inseguridad y el sufrimiento de otros a quienes no nos importan. Y si nos importan querría decir que nos interesa utilizar nuestra voluntad, organizándola con la de otros, para suprimir de una vez para todas ese sufrimiento. Perfeccionar a la civilización al punto que las injusticias sean un tópico de la historia es utópico, en el sentido que es irrealizable, pues la viga maestra es la injusticia. Reformar la civilización al punto de cumplir con el programa de la ilustración para todos los seres humanos consistiría en minar el sistema económico que es el que permite que nos alimentemos más de seis mil millones de personas.

El programa de una izquierda por lo tanto es aún más contraevidente de lo que se suponía. No puede consistir en utilizar a la civilización como una medida para una eventual transformación reivindicando los valores doctrinarios de ésta ya que ellos sólo han cumplido un rol ideológico; no consiste tampoco en un paso más de alguna evolución social. Es la aceptación de que somos libres, al menos en potencia, para darnos el sistema de organización social que queramos. Por lo tanto el programa de la izquierda no puede ser el llevar a la civilización a su crisis sino que proponer un modelo alterno a la civilización e implementarlo.

Ni se trata de buscar una forma contraria a la civilización ni previa a ésta sino que una diferente que permita aprovechar los avances científicos y tecnológicos suprimiendo el dominio jerárquico y burocrático sea éste de fuente monetaria, religiosa, científica o militar. La supresión de las clases sociales no depende de la abolición de la propiedad privada ni de la socialización de los medios de producción si esta no va acompañada de una supresión de toda jerarquía. El ser humano hasta hace doce mil años no conocía la civilización y podía sostenerse sin ella pero porque apenas la humanidad contaba con unas decenas de miles de especímenes repartidos en toda la superficie del globo. Su libertad de cazar contrastaba con su vulnerabilidad a ser cazado. Era el animal más inteligente pero pertenecía aún al reino animal por lo tanto su libertad aparente era precaria en comparación a lo que un hombre civilizado aspira. El salvaje no es un referente válido además que miles de años de acervo cultural no pueden arrojarse por la borda.

Un modo alterno de organización social no puede ser por lo tanto un paso evolutivo o involutivo de la civilización sino que en un acto fundacional que nos trasformaría en una nueva especie. Fue el dominio de las fuerzas de la naturaleza lo que permitió que el hombre fuera algo distinto a los animales pero al consolidarse esa situación un azaroso paso en falso hizo de la humanidad una cárcel en que los hombres afortunados son sombríos carceleros. Emanciparse de una vez por todas de la animalidad construyendo un sistema de organización exclusivamente humano, no uno que reproduzca las condiciones de la selva, es el único paso evolutivo que podría dar el hombre pues sería la primera vez en que podríamos considerarnos no sólo distintos de las ratas sino que mejores.


miércoles, 21 de enero de 2009

La Quintaesencia del Espectáculo.

Conclusiones tras una liturgia global.



En vano esperé que Aretha Franklin desafinara, o que apareciera tras los marines la silueta de Clint Eastwood atrapando una bala perdida dirigida al presidente. Es que bien poco faltó para que pareciera una de las miles de películas que hemos visto; si hasta al presidente se había caracterizado como afroamericano y John Wiliams, el compositor de la música de la guerra de las galaxias, ejecutaba la banda sonora en vivo. Y la mitad más uno de Hollywood en las graderías.

Dos pastores evangélicos invocando a un dios, pro estadounidense por supuesto, una canción religiosa interpretada por la reina del soul, tres biblias dando vuelta en primera plana, y quizá cuántas tras bambalinas. Y no debemos olvidar que el himno nacional de los gringos es otra plegaria más; y esta fue reiterada casi por completo por Obama en su discurso.

En suma, una tediosa ceremonia religiosa. Al no ser católica carecía de velas, inciensos y pederastras, al menos en primera fila. Pero las nauseas se producen de todos modos.

Es que el invento de lo cívico, del culto a la patria y de todas las payasadas que hoy se exhibieron con la impudicia típica de la televisación veraniega, son el segundo mejor invento que el dios común que castiga a los que desobedecen a los explotadores; los medios, la prensa, el cine y el confeti son sólo la caja de resonancia de la pobredumbre.

Y como en los mejores actos de magia, el fulgor impide distinguir la trampa; embobados por la coreografía descuidamos los bolsillos y el prestidigitador hace de nosotros sus dados.

Y los perioidiotas concertados en fomentar lo peor del ser humano e inhibir lo que nos distingue de las ratas, nos meten a Obama hasta por debajo de la lengua como si gerenciar un imperio fuera una pega distinta según la cantidad de melatonina que se tiene en la piel. Las mismas taras, los mismos clichés de hace unos años cuando la moda del momento era celebrar que una mujer presidenta haría la diferencia.

Razonamiento de batracios, de aquellos que disponen de un océano de conocimientos pero con un milímetro de profundidad.


domingo, 18 de enero de 2009

Obama.

¿Puede?.






Se ha comparado a Obama con Kennedy, por lo joven, telegénico y demócrata, pero también porque ambos asumen la presidencia en algún momento de decadencia del imperialismo bélico del ejército estadounidense. Kennedy, luego de la guerra de Corea y la revolución Cubana; durante la época en que Eisenhower denunciaba el complejo militar industrial que hemos visto en gloria y majestad en Iraq y Afganistán.

JFK era el candidato del partido demócrata, el mismo de Obama, y se enfrentó a Nixon quien luego fuera presidente y a quien se le suelen endosar todas las facturas de Vietnam. Pero fue Lyndon Johnson, sucesor de Kennedy y militante demócrata, quien se prestó para la farsa del golfo de Tonkin por medio del cual los EE.UU justificaron su ingreso a la guerra. Los intereses reales diferirían radicalmente a los declarados. La causa inmediata fue la compra de la guerra a los franceses quienes no podían sostener más su poder colonial en la región, entonces las razones son las de esa compraventa. Muchos analistas insisten en que se trataba una cuestión ideológica conclusiones típicas de aquellos que creen que todos los conflictos son parte de una cruzada evangelizadora. Son la posición estratégica de Vietnam, el cierre a una posible expansión China, la cercanía de Corea y los millones de galones de crudo que yacían en su subsuelo, la causa del conflicto. Nunca ha existido una guerra ajena a los ruines motivos, ni las cruzadas se emprendieron por la pura fe.

Por lo tanto mientras subsistan los intereses van a subsistir los conflictos y si los EE.UU deben salir a escena lo harán independiente que sean los demócratas o los republicanos los que gobiernen. Como dijo Hears, el magnate de la prensa parodiado por Orson Welles en el ciudadano Kane: “El gobierno pone el ejército y yo le doy la guerra”, y acto seguido hizo estallar un buque gringo fondeado en Cuba para declarar la guerra a España. Tanto a la primera como a la segunda guerra mundial los EE.UU ingresaron por medio de argucias similares (el hundimiento del Lusitania y Pearl Harbor) y los anzuelos se los tragaron los gobernantes demócratas de su momento (Woodrod Wilson y Frankilin Roosvelt) ¿Qué hace a Obama diferente?

Fuera del obvio populismo de los gobiernos estadounidenses, denunciada en su momento por Alexis de Tocqueville, amplificada hasta el infinito por una prensa libre del gobierno pero cautiva de los intereses mercantiles, se encuentra el sumergido asunto del pequeño margen de maniobra con que cuenta el que se dice “el hombre más poderoso del planeta”.

Los presidentes de los estados bananeros, o manzaneros y cupríferos como el nuestro, deben pedir miles de autorizaciones para emprender cualquier política y les está tácitamente prohibido tocar cualquier interés ya consolidado. La situación del presidente de los EE.UU no es diferente, sólo es una cuestión de magnitud.

El nivel de instrucción política de un individuo lo mido en estos momentos en relación a su entusiasmo por el juramento de Obama. El sueño de los paranoicos es que lo asesinen, quizá como un medio de levantar la alicaída industria cinematográfica yanquee; el de los pesimistas que continúe la saga de león herido inaugurada por Bush hijo como medio de ralentizar el colapso estadounidense. Pero tampoco faltan los paranoicos de quinto enjuague, a la vez entusiasmistas profesionales, que ven en Obama el ocaso del papel de padre machista que protagonizan los EE.UU en américa latina, en especial en Cuba y Venezuela.

Lo que ocurrirá será nada más que lo que resulte del consenso entre los dueños del mundo y el capricho de la mayor cantidad de obesos papafriteros, que en dichos lugares se hacen llamar ciudadanos. A Obama le harán poner la cara, para que luzca su bella sonrisa, y su rúbrica, lo demás es cuento conocido.

De que Obama puede no me cabe ninguna duda, los gringos siempre han elegido presidentes competentes, hasta Bush lo ha sido en relación a sus inexpresables motivaciones. La pregunta es qué es lo que puede, y dentro de su escaso margen de maniobra qué es lo que quiere.

Siete meses de embarazo tiene la sospechosa más buscada.




La cero tolerancia exige cero escrúpulos.




Según la prensa chilena asistimos a una ola de errores judiciales. En el caso conocido como el de la “Quintrala”, un adulto mayor con obvios síntomas de demencia senil, fue torturado sicológicamente por la policía de investigaciones forzándolo a inculparse de la muerte de su arrendador y su pareja; en el caso del “psicópata del pincel” el actual condenado fue en primera instancia absuelto y luego el juicio fue anulado debido a que una de los tres magistrados se encuentra bajo investigación criminal en una publicitada red de corrupción; dos menores indigentes fueron liberados luego de purgar meses encarcelados acusados de haber violado a una mujer de 30 años la que luego reconoció que se trató de sexo consentido; un menor de edad fue liberado por error luego que la resolución que ordenaba su reclusión, dictada por un juez en un juicio oral, no la comprendiera el gendarme.

Estos cuatro casos ocurridos en los últimos meses bastan y sobran para que la prensa considere que nos enfrentamos a una ola de errores judiciales. Dejemos constancia que nuestro sistema criminal consigna cuatro millones de ingresos judiciales al año y posee una población penal flotante adulta cercana a las cincuenta mil personas. Todo esto dentro de una población de a penas dieciséis millones de habitantes. No existe un computo oficial en que se agregue a los menores de edad presos puesto que se usan una serie infinita de eufemismos para no considerarlos en su real situación; tampoco de aquellos que repletan los cuarteles policiales gracias a las arbitrarias detenciones por control de identidad, comercio ambulante o ingesta de alcohol en la vía pública. En estos tres ítemes no existe registro de algún ingreso en el sistema criminal puesto que son tratados administrativamente en el primer de los casos y como un mero asunto de policía local en los restantes.

Con estas cifras no nos debe sorprender que al menos un millón de personas sean “atendidas” frecuentemente por nuestro sistema criminal, sin siquiera considerar el efecto sobre sus parientes, lo que nos enfrenta al hecho que un cuarto de la población del país, a lo menos, ha sido alguna vez “molestada” por el sistema de persecución criminal esto es, criminalizada. Cincuenta mil presos y otros tantos miles sujetos a medidas alternativas a la prisión, especialmente custodiados, y sin ningún tipo de medida efectiva de inserción económica legal.

Si este somero cálculo basta y sobra para afirmar que vivimos en un regimiento sólo comparemos estos números con los de las encuestas sobre victimización: Más personas han sido afectadas por el sistema criminal que por los criminales y, como ya lo teníamos claro en los noventa, el daño económico que produce la delincuencia es mucho inferior a los que produce el sistema de persecución criminal. Si a la delincuencia le deducimos los impactos de la de cuello blanco, por ejemplo a las tropelías del sobrino de Ricardo Lagos entre las de otros criminales impunes o que purgan una penita, nos enfrentamos a que el total de los botines de la delincuencia común es inferior al presupuesto en seguridad del barrio de Chicureo; y con la droga decomisada, si se vendiera al precio en que se transa en Dublin, a penas bastaría para pagar el gasto en bencina y neumáticos de la policía uniformada.

Qué duda cabe que el sistema criminal en su totalidad es un error, más aún, un horror.

Para esconder este escándalo los gastos en “seguridad”, que en correcto castellano se denominarían de inseguridad o insegurización, son contabilizados en millones de dólares a diferencia de aquello que indolentemente se le denomina “gasto social” que es exhibido en primera plana y pesos chilenos (un dólar vale nada menos que seiscientos treinta pesos nacionales) Para dar un ejemplo los gastos en “hotelería” que producen los más de cincuenta mil presos superan con creces a todo lo que gasta el estado en el sistema universitario: Por cada interno el estado dispone, nada más que en alimentación y alojamiento, de mil dólares mensualmente, equivalente al pago total del arancel universitario de tres estudiantes.

La “solución” que se propone para evitar los “errores judiciales” es aumentar la dosis del veneno que nos está matando: Más presupuesto para la policía y la fiscalía, más cárceles, más vigilancia y por supuesto, más hipocresía.

El escándalo que representa aquello que denominamos justicia, debido a la deformación del lenguaje, en general y en específico la criminal, no nos debe llevar a desviar la atención de estos cuatro casos “erróneos” que ha consignado la prensa.

La razón que se valió el gobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle, su ministra Soledad Alvear y su subsecretario Juan Antonio Gomez (autodesignado último bastión del progresismo concertacionista), para sustituir el centenario sistema criminal de emergencia, fue el de evitar, entre otras cosas, que la policía extrajera declaraciones mediante tortura, que los sospechosos se trataran como culpables y que los juicios fueran meros ritos de legalización de los ajusticiamientos populares.

Jueces y fiscales formados al efecto, tras millones invertidos en ese sólo ítem, no serían influenciados por los periodistas, los cuales todos sabemos han estudiado sólo lo suficiente. Todo esto ha sido una estafa más grande que el Transantiago, el ferrocarril al sur, el puente Loncomilla o el MOP Gate puesto que los viejos vicios de la policía, que sale a buscar culpables en vez que a aclarar los delitos, debían quedar obsoletos luego de múltiples sanciones impuestas por sus responsables políticos durante una dura transición. Lo que ha ocurrido es lo inverso: Los vicios de las policías han sido heredados a los imberbes fiscales quienes con la fragilidad de carácter inherente a los oportunistas conservaron el sistema clasista, autoritario y legalista que nos legaron los españoles hace más de cuatrocientos cincuenta años. La reforma procesal penal ha sido nada más que lo que alertamos antes de su implementación: Un medio de limpiarle la cara al criminal sistema criminal, y de paso dar en el gusto a los gringos creando un simulacro de juicio televisable para que estos dieran su aprobación al tratado del libre comercio.

Como externalidad, positiva o negativa dependiendo desde qué angulo se observe, el nuevo sistema, engrasado y con recursos casi ilimitados, aplicado en un contexto autoritario, con normas penales excesivamente rigurosas, carentes de toda lógica y proporción, y con una defensoria pública creada al efecto para que no funcione, ha servido como una enorme grúa dedicada a encarcelar pobres a tiempo completo.

En el caso del psicópata del pincel se ha llegado al extremo de perjudicar al imputado por un error del propio sistema y emendar una resolución en su directo perjuicio. Ambas situaciones se las consideró erradicadas una vez que se promulgó el nuevo código pues este se inspiraba en los más caros principios garantistas por ende, la proscripción de la reformatio in peyus. En el nuevo juicio se consideró suficiente la evidencia que en el primero se consideró insuficiente: La declaración de su pareja, claramente implicada en el hecho, y la de un ex amigo visiblemente molesto porque ocupaba una casa de su propiedad y se negaba a restituirla.

En el caso del condenado por el homicidio de María Lapostolle se obvió en la sentencia algo tan elemental como el probar más allá de toda duda razonable que bien sabe cada televidente: La occisa presentaba huellas y sangre en sus amarras pertenecientes a un tercero, nunca identificado. El condenado llevó al sistema a sus límites guardando silencio o, también es posible, en verdad no sabía nada del homicidio. Si la fiscalía debía probar el homicidio “más allá de toda duda” debía explicar que la bala que mató a la víctima fue disparada por el condenado con intención homicida no el hecho de que se lo vió con ella en público por última vez pues eso lo sabíamos todos y nadie lo negaba.

Vivimos en un país que encerraría a O.J. Simpson por el homicidio de su esposa aunque el guante ensangrentado no le entrara, pero algo me dice que el culpable sería el jardinero por más que cuente con coartada.

Que no nos olvidemos del principal rol que cumplen los estereotipos en la persecusión criminal en todo el mundo cuando esta es efectuada civilizadamente; cuando ésta se realiza “a la chilena” a los prejuicios hay que añadirle el autoritarismo y clasismo en que discurre imperturbablemente nuestra sociedad.

Esto es una muy mala noticia pues no sólo es posible que los graves delitos cometidos en contra de nosotros o nuestros cercanos queden impunes por la vía de que se sancionen sospechosos perfectos, lo que al mismo tiempo es denegación de justicia y criminalización de inocentes destinados a cumplir objetivos políticos e ideológicos; además nos enfrenta a la cruda realidad que cualquiera puede ser acusado de los más graves crímenes sea como disfraz a la ineficacia policial o para el cumplimiento de fines autoritarios consentidos por la clase dirigente pero inconfesables.

Si son capaces de presentar a una embarazada de siete meses como la criminal más buscada del país son capaces de cualquier cosa.

Y qué decir de la prensa que ha cubierto como si se tratara de la llegada del hombre a Marte cada vez que un hijo de la clase alta ha sido perjudicado por algún crimen dedicando despachos en directo para que sus deudos exijan venganza, mano dura, más veneno e hipocresía. Esto se hizo luego de la muerte de Diego Smit Hebbel y en horas se enmendó puesto que no era un pobre diablo el culpable de tales males.

Me gustaría saber qué opinan los precandidatos presidenciales de la izquierda: Ni a Enriquez, ni a Arrate, ni a Navarro, ni a Hirsch, ni a Tellier le he escuchado alguna vez ni media palabra acerca de estos asuntos.

miércoles, 7 de enero de 2009

Los Detenidos Desaparecidos.








Que una ínfima cantidad de casos de los considerados oficialmente “detenidos desaparecidos” durante la dictadura militar no lo fueran, debido a fallecer con anterioridad a los hechos o estar incluso hoy vivos residiendo en otro país, en ningún caso eclipsa que en el 99,9% restantes el estado haya procurado su muerte y su desaparición hasta nuestros días.

La desaparición forzosa de personas es quizá una de los más brutales dispositivos de tortura que se conozcan debido a la extensión del dolor producida con un escaso trabajo por parte de los verdugos. Los sobrevivientes saben que se los puede tragar la tierra en cualquier momento y que nada lo impedirá. La incertidumbre acerca de la muerte acrecienta el dolor de los deudos; las puertas cerradas y las mentiras oficiales actúan como un ácido ligero que carcome a cada uno de los sobrevivientes. El efecto que se procura pronto se consigue: El sometimiento. Nadie es suficientemente valiente para sustraerse de un miedo tan profundo; nadie está obligado a lo imposible y por ende, la santidad es excepcional.

Dentro de una cultura cristiana en general y católica apostólica en particular, el no poder despedir al cuerpo, a los restos mortuorios, velarlo y consiguientemente enterrarlo, produce una afrenta mayúscula comparable a la muerte misma. Ninguna tumba donde dejar una flor, una lágrima; o una lápida que encerar y pulir sólo como una madre dolorida puede hacerlo.

En Argentina se utilizó, durante la guerra sucia, la desaparición forzosa como un planificado sistema de exterminio físico de una generación que portaba una convicción y un pensamiento; en Chile, en cambio, el objetivo fue el exterminio moral de una generación completa. No se trataba tan sólo de evitar la interpelación nacional e internacional por ejecuciones sumarias por razones políticas, sino que aterrorizar a la población contraria al régimen evitando su rearticulación.

La política nacional de desaparición forzosa no habría funcionado sin los medios que hurgaban en la herida, con los artífices de la cruel ideología de la negación. El terror no era completo si es que no se negaba y hasta banalizaba el legítimo dolor y las urgentes interrogantes.

Tal cual algunos nazis aún niegan el holocausto, algunos pinochetistas aún insisten con la estupidez que los desaparecidos no fueron más que un invento del marxismo internacional.

El mínimo margen de error del informe Rettig, mediante el indefendible trato que le ha dado la prensa, ha alimentado el delirio de este grupo minoritario pero que bien a logrado ubicar a sus hijos en cargos de poder. Como líquido revelador ha actuado sobre la esquiva realidad mostrando a todo color a todos los momios que conseguían dormir en paz tapando el ruido de los torturados con páginas del mercurio o ediciones especiales del canal nacional.

Tras veinte años de campaña que ha evitado que alguien diga que eso nunca ocurrió siguen muchos viviendo en esa realidad alterna. Y qué duda cabe, muchos de ellos son periodistas. Esa es la razón por la cual un par de casos desaten una reacción en cadena que busca negar lo que está claro: Las personas que desaparecieron no fueron abducidas, ni entraron en una puerta interdimensional; está acreditado que las fuerzas armadas asesinaron y luego buscaron esconder sus atrocidades y sembrar la incertidumbre en todo un pueblo.

Y está claro que su objetivo era imponer las instrucciones de la clase dominante en un momento crítico en que sus campañas comunicacionales habían sido insuficientes. Y está claro que consiguieron a unos cuantos perros para que ejecutaran la tarea pues, como reza el dicho, siempre podrá contratarse a la mitad de los pobres para que mate a la otra mitad.

No han reaparecido algunos detenidos sino que se ha demostrado que fueron mal calificados como tal. El que eso haya ocurrido no debe más que alegrarnos pues es una grata noticia que un par de personas se salvara de tamaña masacre.

Y lo que debe alertarnos lo sucedido es sobre la falaz ideología de la educación de los derechos humanos, en procura de una cultura que por sí asegure el nunca más: Las muertes, las desapariciones y las torturas no son más que la fase terminal de una crisis que hoy mismo se encuentra desatada, de un mundo en que unos mandan y otros obedecen, unos se benefician y otros se perjudican. Ninguna educación ni cultura nos librará de futuros holocaustos mientras no solucionemos la cuestión estructural que los producen.
martes, 6 de enero de 2009

¿Quien es Eduardo Frei Ruiz Tagle?








Una breve guía para combatir la amnesia.

Nuestros compatriotas con dificultad recuerdan lo que ocurrió a principios del año recién pasado por lo tanto resultaría pedante referirse a diez años atrás sin antes efectuar algunas precisiones.

Nos gobernaba Eduardo Frei Ruiz Tagle, imperturbable tecnócrata de derecha, hijo de Eduardo Frei Montalba conocidísimo agente de la CIA y del Vaticano hasta su misterioso deceso en 1982. Chile se encontraba sumido en una crisis económica que obligó a muchos a dejar sus estudios, sus empleos y sus esperanzas.

Nuestro presidente se lavó las manos culpando a medio mundo por la crisis menos a su equipo económico mientras, se paseaba por el cono sur del brazo de sus dos grandes amigos: Alberto Fujimori y Carlos Saul Menen.

Una vez por semana abría las puertas de su casa, un palacete ubicado al frente de la plaza de la constitución política del ochenta, a cuanto programa estelar diurno, nocturno o matinal lo requiriera. Martita Larraechea, por lejos la peor primera dama que nuestro asilo contra la opresión recuerde, conversaba largo y tendido sobre los agujeros de los calcetines de su excelencia o de sus cólicos en Tailandia.

Cada chileno era acosado con la incesante pregunta: En qué momento elegimos a este pelotudo.

El nuevo año comienza con una espeluznante noticia: El pelotudo vuelve, y en plena crisis económica.

Para contrarrestar los efectos nocivos de un triunfo de Sebastian Piñera, un tecnócrata de derecha, se ha optado, por la docena de carcamales que rigen nuestro devenir electoral, que lo enfrente otro tecnócrata de derecha. Para derrotar a un empresario especulador financiero qué mejor que compita con él quien le abrió de par en par el país a los especuladores. Para evitar que sucumbamos al conservadurismo moral de la derecha qué mejor que un ingeniero del prohibicionismo se haga cargo de todo.

Y cada compañero, de barba y traje verde oliva, dirá sin ruborizarse: “no podemos tolerar que un empresario se haga cargo del país”. Quizá su ferviente celo al evangelio hegeliano marxiano leninista le permita distinguir entre excrementos y estiércol. Para los mortales, aquellos que soportamos la realidad sin maquillajes, tales sutilezas son imperceptibles.

Insulso, la gran carta de la “centro-izquierda”, quien gastó millones de la OEA en viajes turísticos a nuestro país, era un candidato tan malo como Frei, por favor ¡que no se nos olvide!. No estaba obligado a reclamar a Pinochet cuando estaba preso en Londres, por más que su jefe – el presidente Frei – se lo ordenara. Tenía la opción de renunciar ¡que no se nos olvide!. Ser ministro no obliga a ser un traicionero de las creencias más íntimas, ni aún en tiempos de guerra. Insulsa nos ha tratado de imbéciles por años vendiéndonos su cinismo y su adicción al poder como un acto de amor a la patria.

Y Eduardo Frei Ruiz Tagle, nos ha contrabandeado la sospechosa muerte de su padre cada vez que la justicia poética lo ha confinado al anonimato.

Armando Uribe dijo en su momento: Frei por lejos ha sido el presidente más tonto que ha tenido el país. Se le olvido mencionar que sus seis años de mandato presidencial son por lejos el gobierno más derechista que ha padecido el país desde la época de Manuel Montt.
lunes, 5 de enero de 2009

Fuegos artificiales y reales.

Año nuevo en un mundo viejo.



La pirotecnia escandila a los intemperados espectadores mientras la metralla penetra las débiles murallas de Gaza.

Los deseos de prosperidad se evaporan junto a las burbujas de las champagne y la carne ametrallada.

Para recordarnos que el mundo no ha cambiado, que todo esto no es más que un burdo rito, Israel patea a su famélico perro que agoniza en su jardín.

Hoy todos somos palestina pero aún peor, también somos Israel.

En un viejo mundo que no es más que un patio de colegio en que abusadores acosan a los listos; toneladas de estiércol sobre los verdes prados, como ha sido siempre y en todos lados donde la memoria nos recuerde.