domingo, 28 de febrero de 2010

El día Después de la Catástrofe.


Cuidado con la “doctrina del shock”.

Por Ariel Zúñiga Núñez


Le pido por favor a los medios que no hablen de saqueos ni que los saquen en vivo, pues cuándo lo hacen la gente va a esos lugares para saquear”

Hols Paulmanm, multimillonario, dueño de varios supermercados.

Pero no. Aún no se iniciaba la revolución. De haber sido así al menos tendría a qué atenerme, en vez de permanecer en esa horrible y cada vez más intranquilizadora situación, en que las cosas se producían de manera repentina, inaudita, justo cuando una empezaba a confiarse. Entre explosiones venía la calma. Una calma engañosa, como la arena movediza del desierto de Atacama.”

Sillie Utternut, Revolución en Chile.

Si las sociedades más simples tenían las danzas y los relatos, estas nuevas sociedades poseen doctrinas y mitos conservados por un cuerpo de especialistas ideológicos. La fórmula básica consiste en lo siguiente: lo que es debe ser y lo es adecuadamente.”

Erns Gellner, Antropología Política.


A más de veinticuatro horas de mi última crónica la información recién comienza a circular. Como una especie de acto fallido de los medios más que porque su voluntad se encamine en ese sentido, algo podemos saber, no porque el ejercicio periodístico se ejerza competentemente.

Porque por una parte esta catástrofe ha demostrado la fortaleza material, en infraestructura, pero por la otra ha dejado en evidencia a un país de papel maché, vulnerable hasta el ridículo.

Cuando un terremoto afectó hace más de un año a la ciudad de Pisco y sus alrededores en el Perú dejé mención de los estúpidos discursos nacionalistas provenientes de un país incapaz de proveer de agua y alimentos a más de tres días de la catástrofe, ¿con qué logística atravesarían el desierto?

Chile, como en muchas cosas, en este aspecto también ha demostrado estar casi a la par con nuestro vecino del norte.

Un maremoto afectó a casi cuatrocientos kilómetros de borde costero, a las islas de bandera chilena en el pacífico, provocando cifras aún no acotadas de víctimas fatales. Nuestras autoridades habían descartado enfáticamente dicha posibilidad. Los medios exhiben imágenes de saqueos en supermercados, condenando los actos, pero omitiendo que el gobierno no ha satisfecho la demanda de alimentos y agua de los damnificados. Los gendarmes disparan a mansalva en contra de presos que huyen de una cárcel que se derrumba, el silencio se impone en un país en guerra consigo mismo. Nuestra vulnerabilidad ante los peruanos es comparable a la de ellos ante nosotros; nos derrotarían cortándonos la electricidad, dejándonos sin teléfono celular por unas cuántas horas. Una eventual guerra con el Perú me parece, ante la emergencia de estos hechos reveladores, una pendencia entre borrachos.

La víctimas del maremoto descartado.

La mayor cantidad de víctimas de este terremoto han sido producidas, al igual que en Valdivia en 1960, por el maremoto -denominado también Tsunami- que siguió al movimiento telúrico. Durante años se ha alertado a la población con las medidas que deben adoptarse a continuación de un terremoto si se vive en el borde costero. La razón de esto es que los movimiento sísmicos tienen, en su gran mayoría, su epicentro en alta mar. Al moverse una placa tectónica en el océano se produce una onda, similar a la de una piedra al caer en una posa de agua, que dependiendo del tamaño produce desde marejadas hasta maremotos. El Tsunami del océano Indico nos ilustró al respecto.

Después del terremoto las emisoras de radio funcionaban pero sus departamentos de prensa no. No existían noticias, sólo las locuciones de periodistas tanto y más desinformados que sus auditores. Con mi abuelo sintonizamos con un viejo equipo AM -de amplitud modulada-, emisoras radiales transandinas, de Mendoza y Neuquén, a través de ellas supimos el servicio de geología de los EEUU había alertado de un terremoto de 8,5 grados ritchter a 95 kilómetros al noroeste de la ciudad de Concepción. Es decir, aproximadamente, unos pocos kilómetros hacia mar abierto de las localidades de Chanco o Pelluhue. Dicha información exigía evacuar de modo inmediato al menos mil kilómetros de borde costero, desde Valdivia hasta La Serena aproximadamente. El terremoto de Valdivia afectó una franja de borde costero similar a ese, causando daños desde Concepción a Chiloé, en especial al puerto Corral, Puerto Saavedra, Ancud y a las caletas de Niebla, Maullín y Queule. En aquella oportunidad fue barrido con un Tsunami Hawai y el Japón, a miles de kilómetros hacia el poniente.

Una hora después del terremoto recién la radio Bio-Bio comenzó a entregar información, la cual era de pésima calidad debido a la dependencia a los teléfonos celulares y la internet. Pero la información oficial que reproducían era la siguiente: “Terremoto de 8,5 grados, 95 kilómetros al NORESTE de la Ciudad de Concepción. Se descarta cualquier posibilidad de tsunami”. Con esto replicaban lo dicho, según ellos, por la ONEMI (oficina nacional de emergencia).

A las seis de la mañana (dos horas y veinte minutos después del terremoto), un tsunami barrió el archipiélago de Juan Fernandez, ochocientos kilómetros hacia el oeste del puerto de San Antonio. El resultado, hasta el momento, ocho muertos y veinte desaparecidos.

La información de la ONEMI no sirvió de mucho en Talcahuano, Constitución, Iloca, Duao, San Antonio, etc, que fueron barridos con olas entre tres y veinte metros a minutos del sismo. Pero sí fue la responsable que la isla de Juan Fernandez no fuera alertada, pues en dicho lugar no se sintió el movimiento telúrico por lo que sus habitantes no tenían el modo de saber que una ola de tres metros, pero a quinientos kilómetros por hora, los embestiría.

Se debe consignar que era tal la convicción de los periodistas Nibaldo y Tomás Mosciatti de la calidad de la “información que disponían” que relativizaban los informes que les comenzaban a llegar desde La Serena y Constitución. En la cuarta región, y desde el litoral central contiguo a Santiago, se les alertó de marejadas y recogimiento anormal del océano (esto a casi ochocientos kilómetros del epicentro). Un radio aficionado del Maule logró enviar un comunicado en que hablaba de la ciudad de Constitución completamente inundada. Estos relatos fueron a las cinco y media de la madrugada (el terremoto fue a las 3:34 hrs). Recién en la noche de ayer la prensa comenzó a exhibir las imágenes de los pueblos arrasados por el maremoto. Se debe dejar constancia del excesivo cuidado de llamarl el fenómeno por su nombre, hablaban de olas, mareas, marejadas, cuasi tsunamis, mientras se veía un buque albacorero tres cuadras hacia el cerro en Talcahuano, es decir igual que la clásica imagen del puerto de Corral en 1960, o camiones de veinte toneladas de tara aplastados como una lata de cerveza.

Fuga de presos y saqueos varios.

La “ley de fuga” es una gran falacia que muchos siguen reproduciendo desde los aciagos días de dictadura. La norma, al menos lo que se deduce de la lectura de las normas pertinentes, es que los presos tienen el derecho a fugarse en vez que los custodios derecho a abrir fuego en contra de los que se intentan fugar. La libertad es la regla, cuando el estado limita su ejercicio, aunque sea motivado por un delito cometido por un ciudadano, sus atribuciones deben interpretarse restrictivamente. Quien debe asegurar la custodia es el estado, si las murallas de una cárcel colapsan y nada impide que los reos accedan a la calle, el que gendarmes disparen haciendo valer una sobrepasada linea de fuego, se trata de un homicidio alevoso. Ni en tiempos de guerra se autoriza que se dispare en contra de las muchedumbres desarmadas. Qué se puede esperar en un país en que hasta a los sospechosos que huyen se les dispara por la espalda.

Casi trescientos habitantes de una cárcel en la zona del terremoto se fugaron. Los gendarmes dispararon produciendo casi diez muertes.

Informaciones que se filtran, lapsus liguae de los periodistas que de modo fallido van describiendo el estado de guerra interna que ha quedado sumido parte del país luego de la catástrofe.

Antes de decretarse la excepción constitucional ya se había instalado de facto.

Es cosa de ver la reacción policial, e ideológica, destinada a contener a los saqueos, los cuales son comprensibles y justificables a todo evento pues el estado ha sido incapaz de procurar los servicios básicos: agua, electricidad y alimentos.

Cómo sobrellevar la vida luego de esto.

Si no me equivoco fue Alberto Edwards en su “Fronda Aristocrática” quien culpaba a los terremotos del particular carácter de los chilenos. Seríamos inconstantes, a “medias”, incapaces de sostener esfuerzos por mucho tiempo, debido a que los periódicos terremotos nos obligan a contemplar la futilidad de todos los esfuerzos. Los chilenos seríamos lo inverso al “espíritu protestante” de Max Weber: En vez que laboriosos perezosos, en vez que metódicos dispersos, “al lote”, en vez que productores parasitarios matuteros, en vez que proyectar vivimos “al día”. No seríamos de ese modo por las determinaciones climáticas de las cuales hablaba Montesquieu; no somos “bananeros”, como de forma burda nos apuramos en aclarar, porque nuestro clima no es tropical sino que mediterráneo.

Estas ideas provengan o no de Edwards se instalaron en el sentido común de nuestras elites y prosperaron hasta que se instaló el mito de los “chilenos jaguares” desde finales de los ochenta.

Gabriel Salazar, a contracorriente de estos lugares comunes, explica este carácter por haber sido dominado Chile por los “mercaderes” en vez que por los terratenientes agricultores o los productores industriales. Pensemos que la historia de Argentina y Brasil se comprende gracias a la tensión de rurales terratenientes y urbanos industriales, tal cual como la de los EEUU entre el norte y el sur que produjeron la guerra de secesión. Brasil es el ejemplo puro y aún existe un sur industrializado y norte ruralizado, Italia es otro caso aunque la polaridad es inversa. En Chile, en cambio, el control lo tomó desde un comienzo la aristocracia “bancosa” de la que nos hablaba Vicente Huidobro, la casta de los especuladores y rifleros como Diego Portales y Palazuelos.

Como sea el caso los terremotos sí son parte de nuestro carácter, imposible que no influyan. Veo a muchos inmigrantes y turistas que prefieren habitar las plazas públicas en gran parte porque el sismo les ha producido pánico. El chileno medio se ha tomado la calamidad con una parsimonia envidiable. En un principio era el estupor, el pasmo, el síndrome de stress pos traumático, pero luego quedó demostrado que estamos socializados en el terremoteo, que lo que devastaría a cualquier ser humano para nosotros es tan normal como un aguacero; la peor tragedia no es más que un pequeño contratiempo.

Alguien que ha perdido todo ¿Cómo recomienza su vida?

En nuestro país es excepcional contratar seguros, en especial por sismos. El estado jamas ha promovido que se generalice esas conductas. Todo funciona “por mientras”, “si dios quiere”, una forma tácita de decir “hasta el próximo terremoto”. Es imposible que un pueblo prospere con la amenaza permanente de ser arrasados. Las normas de construcción, y su exigibilidad, se han desarrollado al ritmo de la última tecnología, eso explica que el país no esté en el suelo. Pero si los 8,8 grados ritchter se hubiesen desatado en la falla de San Ramón, profusamente habitadas por millonarias casonas, ninguno de los esfuerzos que prodigamos habrían servido de mucho, la ciudad de Santiago habría sido borrada del mapa. Los documentales catastrofistas del Discovery Channel se habrían quedado cortos.

Es muy extraño que un país pueda vivir relajadamente acosado ante amenazas reales de tal magnitud. Es como los napolitanos en las faldas del volcán Vesubio, el mismo que arrasó a Pompeya. Vivir en Chile es habitar Strómboli. Es un bello paraje mediterráneo, con vista al mar y la cordillera, pero acosado por demonios reales que cada menos de un lustro nos regalan un terremoto o erupción volcánica. Los departamentos de la Villa Olímpica aún están sostenidos con los pilotes de “emergencia” instalados en el terremoto de 1985. Aún no se terminan las obras de reparación por el último terremoto en el norte del país o por la erupción en Chaiten y ya debemos contar con tres ciudades grandes y decenas de poblados que hoy no son más que escombros y aturdidos sobrevivientes.

Los japoneses son lo que son, entre otras cosas, por sus terremotos. También nosotros hemos forjado nuestro carácter en la sismisidad. Pero está muy claro que no somos japoneses.

Cientos y quizá miles de muertos.

Ochocientos muertos hasta el momento. Esta cifra está aumentando y aún crezca, al punto de duplicarse o triplicarse, se trataría de un pequeño saldo en consideración a la magnitud de la catástrofe.

Se debe en gran parte a nuestro diligente modo de cargar la cruz de las periódicas catástrofes, y también a la baja densidad poblacional de nuestro territorio, que aún en los sitios más poblados es insignificante. Lo último hace diametralmente opuesta la ocurrencia de víctimas aquí y en el océano índico en atención a que el maremoto que hemos sufrido es tanto y más grave; el terromoto, por su parte, se compara casi tan sólo con otros ocurridos en Chile: El de Chillán (el del siglo XX) y el de Valdivia de 1960.

La marraqueta debajo del brazo.

Pero el más afortunado de todos los chilenos sobrevivientes es Sebastián Piñera.

Recibirá el país en estado de excepción constitucional en una de las zonas más aguerridas del país, la octava. Por otra parte, económicamente la destrucción es el mejor motor, o quizá el único, para reactivar un país en recesión, aquello que se denomina un “aumento de la demanda agregada”.

A todos se nos destruyó una muralla, un tejado, los cristales; todos debemos consumir tarde o temprano esos productos, contratar albañiles o carpinteros. Sólo la guerra y la catástrofe poseen la virtud de producir crecimiento en una economía exigüe.

Ya se ven los primeros efectos, la histeria colectiva en lugares plenamente abastecidos, alentada por la prensa y su compre-compre, producirá escasez de ciertos productos por algunos días, es obvio, no hay mercado que soporte el consumismo de pánico. Pero pronto las vitrinas rebosarán nuevamente de productos. El IMACEC registrará el “crecimiento” del país aumentando el valor de la UF, a pesar de haber retrocedido un par de décadas, habiéndose destruido el turismo y afectado las comunicaciones internas y externas. No es una paradoja, es la aplicación de las burdas técnicas econométricas.

Ojo con el capitalismo del Shock.

No olvidemos los juicios de Naomi Klein: Las catástrofes son utilizadas para contrarrevoluciones capitalistas neoliberales de amplio espectro, en que se aplican medidas que en época de normalidad serían imposibles.

Es que el derecho está pensado para los tiempos de paz, normalidad posterior a la pacificación. En los tiempos en que las multitudes se guían por su propio parecer, como las imágenes que se muestran ahora de Concepción, es regibus solutos, tiempos sin dios ni ley.

Piñera podrá hacer lo que quiera so pretexto del terremoto. El estado de catástrofe puede utilizarse para una amplia gama de funciones, muy pocas de ellas destinadas directamente a la reconstrucción del país pues ella será espontánea o no será, como siempre ha sido en un país acostumbrado a las calamidades. Es poco lo que pueda avanzar el capitalismo en Chile dirán algunos, pero el aumento de represividad del estado chileno ha sido constante y es el gobierno de Bachelet quién hará más dura la mano. Luego entregará el poder casi ilimitado de la “reconstrucción” a Piñera, y en bandeja.

Nos esperan duros días. Nuestra prensa dependiente del macro empresariado y del gobierno, ya elabora excusas de antemano para el aumento de víctimas, esta vez por armas de fuego proveniente de un gobierno acostumbrado a disparar en contra de los suyos. La normalidad no volverá a Concepción o a Talca por sí sola, se impondrá, como siempre ha sido, a sangre y fuego. Y el país funcionará normalizado, hasta la próxima sorpresa de nuestra loca geología.



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sábado, 27 de febrero de 2010

Mediodía de una Madrugada Agitada.

El terremoto que esperábamos.

Por Ariel Zúñiga Núñez


Un vaso y un par de murallas divisorias destruidas es el balance individual y parcial luego del el poderoso sismo, un terremoto, que afectó a la zona centro-sur de Chile, en donde se concentran las tres cuartas partes de la población del país.

Hasta donde se sabe las víctimas fatales son escasas, así como los daños en infraestructura, en relación al fenómeno que hemos experimentado. Se trata de un sismo comparable al de 1960, es decir, uno de los de mayor intensidad registrado en el mundo hasta la fecha. Debemos hacer los honores a nuestras instituciones, a las personas que las comandan, tantas veces criticadas en esta crónica, pues de haber fallado las inspecciones fiscales, las recepciones de obra, los permisos de edificación, los estudios de suelo, estaríamos hablando de cientos de miles de víctimas.

En Turquía, México, o para no ir más lejos, Haití, terremotos de inferior magnitud dejaron en el suelo a ciudades completas. Hasta donde sabemos, hasta ahora, sólo cuatro edificios construidos después del último terremoto (1985) han colapsado: Dos a una cuantas cuadras de mi casa, y otros dos en Concepción, a quinientos kilómetros al sur de donde escribo, Santiago, y a 95 kilómetros al sur del epicentro. Y unas cuantas obras de infraestructura vial han sufrido daños severos.

Los derrumbes en Maipú son debido a la corrupción, alguien compró esos derechos de edificación a alguien, lo más probable es que el caso quede en la impunidad. Lo que debemos resaltar es que ha sido un caso excepcional.

Como digo, nada importante en consideración a la potencia del sismo, en cualquier otro lugar del mundo habría matado a la mitad de población, un porcentaje enorme debido tan sólo al pánico. Es que nuestro país es sísmico, en la zona central estamos habituados a un terremoto cada 10-15 años, y eso explica la tranquilidad con que nos tomamos una catástrofe como ésta.

La energía sísmica acumulada en 25 años me preocupaba de sobremanera, era obvio que vendría un terremoto, en Chile eso no es una condición, es un plazo, el problema era que mientras más tiempo pasara sin un sismo más fuerte iba a ser el remezón. Hemos tenido suerte que el movimiento telúrico haya tenido su epicentro en un sector, aunque densamente poblado en relación al país, es escasamente habitado en comparación a la ciudad desde donde escribo. No me aventuro a pensar qué hubiese ocurrido si el epicentro se ubicara en nuestra falla de San Ramón, más de alguno de los altos edificios que se movieron como árboles al viento, en el centro y sector oriente de la capital, habría colapsado. La infraestructura más añosa, en cambio, está con creces probada, aunque la caída de centenarias iglesias o fachadas es demostración de que lo que ocurrió no fue un simulacro: Me parece que es el terremoto más fuerte que se ha sentido en la capital en más de cien años.

Hace meses que no me quedaba en casa un viernes en la noche, a la hora del sismo terminaba un artículo en que vituperaba contra parte de quienes adhieren a esa entelequia llamada izquierda, había prendido el televisor y alcancé a ver la competencia internacional de Viña del Mar y su provisional resultado: “El tiempo en las bastillas” había sido eliminado, sonreí, me cargan esos aspirantes a esnobistas llamados “difuntos correa”. Apagué la tele y leí sobre la convocatoria al “marzo anarquista” gentilmente promocionada por la “Segunda” y el “Mercurio”. En ese momento sobrevino el sismo, ya me habían tocado varios en la soledad y siempre esperaba a que terminara pues confío cien por ciento en los cimientos de esta casa, casi lo único que posee, pero el radie ondulaba como una laguna en una tarde de brisa y la computadora se balanceaba en un radio de diez centímetros a lo menos. Fuerte. Los gringos que andan turisteando deben haber creído que se desataba el Armagedón, así también la mitad de la población, los menores de 28 años que en su vida habían experimentado algo equivalente.

Escribiendo intento calmar la sensación de asfixia que produce la incomunicación con mis seres queridos. Sólo sé de mi padre y de mi abuelo. Mi mentalidad científica me tranquiliza pues comprendo lo improbable que alguno del centenar de muertos sea uno de los que extraño. No se trata de una ansiedad propia de un tipo hiperconectado, hace más de un mes que desconecté la internet de mi casa para poder terminar un libro que escribo, el punto es que las comunicaciones en general están en el suelo, me parece que estamos peor en ese sentido que en 1985, paso a explicar porqué:

La digitalización de las comunicaciones ha hecho depender a todos de artefactos eléctricos de escasa autonomía, los viejos equipos análogos eran los únicos que funcionaban y desde una radio AM con mi abuelo nos informamos media hora desde emisoras argentinas, hasta que se restableció la Cooperativa y la Bio-Bio. Y no sirvió de mucho, por lo argentinos ya sabíamos la magnitud, el epicentro, y que era imposible comunicarse con nosotros. Parecíamos los protagonistas de una película de catástrofes. Por más de dos horas no supimos si éramos los únicos afortunados que estábamos en pie, ¡recién se exhiben imágenes de la ciudad de Concepción!

Ningún transmisor de radio, ningún receptor, hasta en el terremoto del 60' se sabía más que ahora en medio de la revolución digital. Estamos en un país sísmico y debemos decir que nuestros sistemas de comunicación no han sido redundantes, a prueba de fallas, hemos estado a ciegas durante horas. Las primeras informaciones de la zona costera de la séptima región llegó gracias a los escasos radioaficionados que quedan. Un país dependiente de la telefonía celular y la internet 3 G nueve horas después de la catástrofe no es capaz de asegurar que nuestras familias y amigos están bien.

Y si de comunicación se trata el aeropuerto de Santiago está cerrado, aunque así y todo se las arreglaron los gringos para despegar un avión a los EEUU a las seis de la mañana (antes habían despegado aviones pequeños, seguramente de autoridades). Lo digo porque desde mi casa, y la de mi abuelo adonde fui para ver si estaba bien, se ven los aviones que despegan desde Pudahuel. Hace unos años se cerró el Aeropuerto de los Cerrillos, a dos kilómetros de aquí, para construir un multimillonario proyecto inmobiliario, que sigue siendo un proyecto. Un daño severo en Pudahuel ocasionará un daño enorme pues es la única pista para aviones jet a 350 kilómetros, si confiamos en el de Talca, o de más de cuatrocientos, el de la Serena, en el caso que ellos estén bien. Un epicentro unos cuantos kilómetros al norte, que hubiese dañado seriamente a Santiago, nos habría dejado en el suelo y sin aeropuertos para recepcionar ayuda.

Digo esto no en ánimo de chismoso o catastrofista, nuestro país es quizá el más sísmico del mundo, comparable, al menos en esta maldita condición, con el Japón. Por lo tanto vendrá otro terremoto, si consigo igualar las expectativas de vida registradas aquí, me quedan entre tres o cuatro terremotos por delante. Por lo tanto estas observaciones deben ser tomadas en cuenta, no desviarlas con nuestro inmediatismo idiosincrásico que se conmueve hoy y mañana se olvida por completo. Al menos muchos tecnócratas no se olvidaron, un aplauso y mis respetos a ellos, o de lo contrario nuestro país no sería más que una rumba de escombros.




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La Izquieda con Valores v/s la Izquierda Hincha.


Pensar no es una paja necesariamente.

Por Ariel Zúñiga Núñez


Una amiga hace una semana publicó un breve artículo en que equivalía la discusión teórica a un lánguido onanismo, carente de conclusión y por ende de placer.

Existen muchos que suscriben la creencia de que es posible avanzar sobre la base de las puras ganas, la pachorra, el entusiasmo. Se olvidan que Colón llegó a destino gracias al astrolabio que le permitió trazar una navegación en dirección al poniente. Las carabelas no tenían remos como los barcos fenicios, los juncos chinos o los navíos vikingos, pero si los hubiesen tenido no habrían llegado antes a América sin el correcto uso del astrolabio, y el mando de quién lo interpretaba, por más empeño que le pusieran a su labor de remar y remar por el océano.

Es la correcta, la más cabal comprensión del mundo, la razón instrumental eficientemente empleada en la consecución de fines preestablecidos, el trabajo mismo, los brazos de los obreros de la revolución... pero nada de esto sería posible sin una convicción política nacida de un precepto moral que ya hemos internalizado, es más, de un sentimiento que nos fuerza a luchar en contra del mundo porque lo consideramos injusto, insuficiente, perfectible.

No sabemos cómo ese precepto se instala en nuestra consciencia, no sabemos si es posible enseñarse o debemos esperar a que madure en cada uno, como una semilla de una conífera capaz de soportar el hielo y el sol, y aún germinar tras un lustro o década. Lo cierto es que sin esa voz que surge en nosotros, que nos hace reaccionar y desarrollar una convicción política, lo único que podemos aspirar a ser es un mero hincha de un partido político, al cual apoyamos en los estadios, para ganar copas y campeonatos. Meros creyentes que han forjado su identidad no desde lo que quieren sino en función de lo que repudian. No son de izquierda, son antiyanquis, antipinochetistas, antiderechistas, etc. Sólo son pro izquierda accidentalmente pues su identidad consiste en ver en un otro, en un enemigo, lo que no quieren ver de sí mismos.

Para quién quiere transformar la humanidad no lo satisfacen las palabrerías usuales, en especial de la bulliciosa hinchada de izquierda. Es un error común el no reparar en la diferencia y por lo tanto, vaciar el agua sucia de la bañera con el bebé adentro, en otras palabras, meternos a todos en el mismo saco juzgando nuestras leales reflexiones con la traición permanente de quién quiere seducir, conmover o confundir en vez que convencer.

Que la izquierda hincha nos reitere hasta la saciedad un discurso vacío, maniqueo, pajero, usando los términos de mi amiga, no significa que la comprensión deba marginarse de la acción política, pues la cual, si pretende llegar a destino, debe ser reflexiva y eficiente, y si es de izquierda debe sustentarse en VALORES. El usar mayúsculas no es casual.

Se trata de imbecilismo ilustrado esa palabrería pajera y tramposa que confunde a la filosofía con los actos, a la reflexión con las acciones reflexivas. Me cuesta encontrar los VALORES en quienes crean o sustentan una filosofía pajera y que en vez que colaborar a la causa, la liberación de la humanidad, sólo enturbia el agua para que parezca profunda. Hasta cuándo con esa monserga creada por viejas apoltronadas para defender su chata de las moscas: los HECHOS son los HECHOS, los ACTOS son los ACTOS, y la REFLEXIÓN es la REFLEXIÓN.

Esto no es un mero intelectualismo, esto debiera ser un escándalo. Quienes confunden los hechos con los actos, los actos con la reflexión y la reflexión con los hechos y con los actos, no son capaces de COMPRENDER los hechos, de actuar reflexivamente, de perseguir fines para los cuales sus acciones políticas sean eficientes... si esto fuera poco el imbecilismo ilustrado hegeliano-marxista y la que lo parió es incapaz de ver a los VALORES, sencillamente no los ve, y como tampoco su precaria filosofía les impide comprender sus acciones, ellas son erráticas, penosamente mediadas con la actitud del hincha fanático que ha constituido su identidad sobre la base del odio a un “otro” en vez que en la politización del o los preceptos morales que lo compelen a actuar en el mundo para materializarlos.

No me referiré a la secuencia, hasta ahora interminable, de eventos desafortunados que han llevado a que la izquierda se haya emancipado, en vez que de la opresión del sistema de dominación, de los propios VALORES que la gestaron. Sería una paja abundar en aquello y cualquiera puede buscar en mi bitácora una decena de artículos al respecto y leerlos si está insomne. Sólo quiero dejar sentado que si la izquierda se organiza entre quienes comparten sus VALORES la pregunta de qué es la izquierda dejará de ser atinente pues ella sólo es acuciante entre quienes no los suscriben, entre quienes quieren adherir a algo, a un grupo, para sentirse parte de un plan o para odiar a un “otro” prefabricado para el cumplimiento de esa nefasta finalidad.

Porqué la mayúscula para hablar de VALORES, es debido a que me indigna* el silencio cómplice de la hinchada de izquierda, y aún más sus espeluznantes explicaciones ad hoc a propósito de la muerte de un preso político cubano en huelga de hambre.

En Kaos en la Red se publicaba la biografía del finado, detallando sin ninguna moderación su “prontuario” lo cual debiera llevarnos, necesariamente, a la conclusión de que está bien muerto. Es decir, se merecía agonizar por más de ochenta días y quizá debería haber sido objeto de mayores tormentos.

En un comentario en Facebook que leí apuradamente, por lo tanto no registré quién lo hizo pues preferí guardar en mi memoria qué había escrito, la muerte del preso político cubano se justifica del siguiente modo: “Sabes cuántos niños murieron hoy de hambre en el mundo, en Cuba no murió ninguno, la muerte de una sola persona no es argumento, menos si se omite en qué andaba metido”.

Eso último lo podríamos llamar la falacia de mezclar peras con manzanas y venderlas por sandías.

En primer lugar sí sé cuántos niños murieron hoy por hambre, TREINTA MIL, según las cifras oficiales (FAO-UNICEF), hasta SESENTA MIL dependiendo de las fuentes independientes. ¿Cambian esas muertes el hecho de que un preso político cubano agonice durante más de ochenta días? De ninguna manera.

En segundo lugar, si Cuba superó la mortalidad infantil por desnutrición en los últimos CINCUENTA AÑOS DE REVOLUCIÓN, Chile, también lo hizo, y no al costo de que esté agonizando algún preso político en sus cárceles, las que, son unas insalubres mazmorras indefendibles desde cualquier punto de vista.

Hasta la década de los ochenta la desnutrición infantil en nuestro país era un flagelo. En la década del treinta nuestro país ostentaba el récord mundial en mortandad infantil, no fue la revolución castrista quien le puso solución a eso, ha sido el propio capitalismo quién ha resuelto esos “problemas” junto con las innovaciones técnicas, en especial las sanitarias.

Hace menos de una década, cuando Argentina atravesaba el peor momento de su crisis económica, fue noticia la muerte de niños desnutridos en Tucumán. Fueron hechos relevados por ser excepcionales, en el cono sur de América del sur la muerte por desnutrición infantil está erradicada hace décadas, en eso están contestes las cifras de UNICEF, FAO y PNUD.

Es más, en los países en donde mueren los niños de hambre, abundan también los presos políticos, las guerras civiles, externas y la represión en contra del pensamiento y la información.

La razón por la cual parte de la izquierda o guarde silencio, o ensaye respuestas incomprensibles ante un hecho indefendible es porque o han olvidado sus valores o simplemente no los tienen. De tanto que el marxismo hegeliano ha fusionado la maquiavélica ligazón entre medios y fines, y la defensa de estados totalitarios, la hinchada de izquierda ha olvidado el humanismo que en algún momento la llevó a oponerse a la explotación en particular y a la dominación en general. Al carecer de valores, desde el principio o por atrofiamiento, no es capaz de construir un argumento que confronte el dilema moral a que nos enfrenta la muerte del disidente cubano. En palabras sencillas, si quisiéramos escuchar a un dictador que nos diga que el occiso era un demonio, un enemigo del régimen, revisaríamos los abundantes archivos de nuestra propia dictadura y la palabrería de Francisco Javier Cuadra o del mismo Pinochet. Si quisiéramos enterarnos es la hora de rentabilizar los diez mil millones de pesos que nos costó el museo de la memoria, los cuales están arrojados a la basura si lo que debemos recordar aquí se nos olvida allá.

Los pecados que haya cometido un ser humano no son un argumento válido para infringirle un sufrimiento equivalente. Ya lo decía el Marqués de Beccaría hace más de dos siglos: “las penas crueles no hacen más que encallecer nuestra compasión, exigiendo cada vez una dosis mayor de crueldad para saciar nuestra sed de castigo.” Me pregunto si aún fuera gracias a su muerte que se salvaran treinta mil niños cubanos hambrientos si ese era el modo en que debía ser sacrificado.

La pregunta es impertinente, pues ya la prensa de la hinchada ha sentenciado que era un cubano “canalla”, o gusano, como dicen por ahí. Como las penas más crueles que se oponía Beccaría, esas que seguramente usted conozca por el capítulo primero de Vigilar y Castigar de Michel Foucault, un descuartizamiento que concluye en el descabezamiento por hacha y la quema de las partes del cuerpo, seis en total, desperdigadas en la plaza pública, al disidente cubano se lo ha sometido al escarnio pos mortem, a la denigración de sí, de su acción y hasta de su familia.

Era tan malo este “gusano” que quemamos su famélico cuerpo una vez muerto, lo culpamos de la crisis económica, de la incompetencia y corrupción de los líderes de un proyecto fracasado que la hinchada de izquierda insiste en llamar revolución.

La incapacidad de ver lo que ocurre en la isla, de poder evaluarlo moralmente, es demostración palmaria de que la izquierda no se enfrenta tan sólo a una crisis, a una falta de cuadros producto de una campaña de alienación emprendida por el gran capital, la conspiración del flúor en el agua potable o que las manchas solares potencien conductas proderechistas en las masas. La marginalidad e irrelevancia a que nos enfrentamos es a causa de la incapacidad de estructurar un proyecto político que emerja del corazón, sea comandado por la mente y sea defendido con los brazos, en ese estricto orden.

* Utilizo deliberadamente el término escogido por Boltansky y Chiapello. El nuevo espíritu del capitalismo. Nos hacemos de izquierda porque nos indigna lo existente. Existen cuatro fuentes de indignación que conducen a cuatro izquierdas distintas. El primer capítulo de este libro, y en donde se contiene la distinción señalada, se puede descargar en la sección libros de rebelión.org.



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viernes, 26 de febrero de 2010

Las Geniales Ideas de Espinita.


Esportaciones colombianas no tradicionales.

Por Ariel Zúñiga Núñez


Ver los noticiarios en verano es un sacrificio, una partícula de información diluida en un océano de trivialidades.

Por obligación he debido enterarme que casi todo Chile, falto yo al parecer para que sea la totalidad, baila al ritmo de la cumbia peruana cantada por un joven ariqueño. Me alegro y me vuelvo a ofuscar por la incapacidad de reconocer que esos ritmos, macerados en los quilombos esclavistas cuando aún no ondeaba una bandera chilena en el morro, finalmente se recuentran con nuestras fibras, con esa nostalgia de cebolla morada y rocoto.

También me avisa la TV que espinita, un oscuro personaje que pagó para que perdieran su mediocre tesis en la escuela de derecho de la Universidad de Chile, calificada con un cuatro y que todos saben que plagió, propone una “red ciudadana” de espionaje. Hoy es senador, después de vender y revender el pescado podrido de la “crisis de seguridad ciudadana”, inventada en los laboratorios de “libertad y desarrollo”, “paz ciudadana” y avalada por sus leales lacayos concertacionistas.

Se apuran en declarar otros “expertos” como Harboe o Maldonado, eximios jurisconsultos que obtuvieron sus cargos por la sencilla razón que eran los únicos carentes de todo escrúpulo que quedaban en los noventa como para inscribirse en un partido político.

La mediocre rotativa circense del poder, nada nuevo.

Pero al futuro ministro de Piñera, el leal asesor made in Chicago y director benemérito de “libertad y desarrollo”, el señor Larroulet, lo asaltaron en su casa. Oportunidad irresistible para espinita y su incontinencia verbal sumada a su pública y notoria incapacidad de razonamiento abstracto, para proponer una “red ciudadana de espionaje” con miles de teléfonos celulares dedicados al cotorreo paranoico.

La imagen que se me vino a la mente fue a Bareta, el detective del papagayo, caminando por las grises calles con su guayabera floreada y cogoteando al primer proxeneta de la esquina para que le diera información.

En nuestro país nadie debe ser amenazado para que hable, el cahuineo es un deporte nacional, me pregunto qué efectos podría tener una propuesta como ésta salvo el desangrar las arcas fiscales. El supuesto de que la “justicia” no hace su pega por falta de información es comparable a que el viejo pascuero no me trajo regalos porque me porté mal. Vergonzoso. Quizá quiera usurpar el puesto ganado a punta de esfuerzos por Lavin, el bufón del reino y sus botones de pánico, sus sillas de playa en el paseo Ahumada o sus playas sin paseo del parque de los reyes. Al menos las acciones de Lavín podían entenderse como intervenciones artísticas como las del pelmazo que empapela monumentos publicos o el que empelota multitudes; o los pijes que “bombardean la moneda” con malos poemas o suben vacas a las azoteas. Nuestro futuro ministro de educación se merece hace bastante un premio nacional de arte, sus méritos son incomparables con los de la viejuja que hoy ocupa su puesto, que llegó ahí sobre la base de tecitos y galletas.

Espinita en cambio quiere compensar sus evidentes incapacidades con la cara de amargado con que le recuerda a los timoratos pre fascistas de todo el país que no están solos, que no es preciso ser ni inteligente, ni competente, ni asertivo para ocupar un puesto público. Es el buque insignia de los impotentes, eyaculadores precoces, homosexuales recluidos en el clóset, corneados, macabeos, encalillados y humillados consuetudinarios que sueñan, las escasas noches que duermen, con golpear a un atlético flaite hasta causarle la muerte. Sus patentadas ojeras, estilo Longueira, son garantía suficiente de dedicación aunque ella sea esteril. Lo que vale para este tipos de “ciudadanos”, es sentirse comprendidos. ¿Quién más que espinita podría ponerse en el lugar de este variopinto grupo de niños grandes que aún padecen del Bulling?

El titánico esfuerzo investigativo de los periodistas, que le restaron un culo en bikini al noticiario central, dio sus frutos recabando información y alertando que la idea brillante de espinita está siendo exportada de Colombia. Pues bien, qué mejores credenciales democráticas y pacifistas puede exhibir su propuesta que provenir de un paraíso terrenal, libre de guerra, injusticia, delincuencia y corrupción. Quizá diga que el sistema está probado, que así consta en las supercomputadoras de Marulanda Tiro Fijo.

Bien sabemos que lo único bueno que puede exportar Colombia, aparte de café y colombianos, es cocaína. Aunque esto último está prohibido, al menos en el papel. Sus brillantes y civilizados modos de combatir la delincuencia no están en la lista de sus artículos más demandados por el mercado mundial, entre otras cosas por carecer de ventajas comparativas en su priducción.

Colombia exportando sus sistemas de control de la delincuencia es tan descabellado como si Chile exportara periodistas.


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miércoles, 24 de febrero de 2010

Que me disculpen, No Soy un Creyente.


Mi humilde opinión sobre cuba.

Por Ariel Zúñiga Núñez


A diferencia, o más bien a la inversa, de una parte de la izquierda, más ruidosa que mayoritaria, no defiendo mi pensamiento por creer en él, por el contrario, estoy en contra del sistema porque dudo. Si creyera en el comunismo, en el socialismo o el anarquismo no veo el límite para luego ser persuadido a creer en los contactos extraterrestres o en cualquiera otra “religión publicitada en la revista Mecánica Popular” como ironizaba Woody Allen. Tener fe es creer en todo y en cualquier cosa. Considero mis compañeros a quienes buscan, a quienes dudan, no a quienes que a pesar del peso de los hechos prefieren ser embaucados una y otra ver con tal de decirse consecuente.

Soy anticapitalista porque no veo el modo en que este sistema pueda ser considerado exitoso, pienso que debe cesar la explotación del hombre por el hombre porque es un modelo probado y agotado que sólo prodiga sufrimiento y que todo avance es sobre horcones de cadáveres.

Si los EEUU cargaran con una piragua y dos rifles de agua en contra de Cuba sería el primero en indignarme, en disponer de mi pluma diligentemente para denunciar el hecho, en sumar mi molestia a la de otros, en convencer a los indecisos y pusilánimes.

Por la misma razón no me tiembla la mano para condenar la muerte del prisionero cubano Orlando Zapata luego de más de OCHENTA días en huelga de hambre.

Mi vida ha sido dura, entre otras cosas por no aceptar ningún vínculo de vasallaje, la independencia tiene sus costos pero también un invaluable beneficio: nadie me puede hacer callar.

Eso no significa que no me abstenga, a veces, de decir lo que pienso, no sólo porque el rol del intelectual sea hablar lo más tarde posible sino especialmente porque mis escritos son textos políticos, que buscan despertar en el lector las dudas que produce el pensamiento pero al mismo tiempo aunar voluntades para producir efectos. El silencio es táctico pero mi única estrategia es la verdad.

Y esa es la razón por la cual he moderado mi constante condena al gobierno cubano, que en mi bitácora ha sido constante y coherente, desde mediados del año pasado a propósito de las elecciones presidenciales.

Fui acusado de traidor, de fascista encubierto, de agente del piñerismo, de los EEUU, de infantilista, ultraizquierdista... de tantas calumias, y otras tantas injurias, por opinar que Piñera y Frei eran, son y serán lo mismo, que Arrate era palo pegoteado destinado a capturar moscas, que Marco Enriquez Gumucio una alevosa forma de restregarnos en la cara nuestra mediocridad, impostura e ignorancia.

Sé que quedan pocas horas de libertad, pronto el bolchefreísmo llamará a refundar la concertación desde un eje progresista de balneario y los que aún no toleramos ser amarrados en el palenque seremos acusados nuevamente de vendepatria. Como decía el cardenal Richelieu, la traición es una cuestión de fechas, lo que escribo hoy, casi en la impunidad, será castigado con presteza y severidad en cuanto lleguen de sus vacaciones en Cachagua los ministros del tribunal popular.

No me sorprende la muerte de Orlando Zapata ni cambia en lo más mínimo mi opinión sobre la dictadura castrista y los burdos intentos de legitimarla, pero me da la oportunidad de referirme a este asunto espinudo.

Como señalé no soy un feligrés de la izquierda ni menos me presto a venerar a sus falsos ídolos. El bloqueo económico justificaba en parte la pobreza en Iraq pero en ningún caso las sistemáticas violaciones a los DDHH. Y es obvio, tales brutalidades no justifican la intervención yanki en Mesopotamia. Por lo tanto dos cuestiones distintas, y en ningún caso relacionadas, son el criminal bloqueo en contra de Cuba y los crímenes de lesa humanidad del régimen castrista. Sólo en la disfuncional mente de un hegeliano dos males pueden equivaler a un bien.

Una cosa es el respetable gobierno de liberación nacional y otra, muy diferente, el que me compre que se trata de una revolución socialista. Y quizá cuadren el círculo ante sus fieles con el tautológico materialismo histórico, en especial de la versión vulgata de nuestra compatriota Marta Harneker, o con las remembranzas de las delirantes teorías guerrilleras de Guevara, una y otra vez refutadas en la práctica, error craso pagado con su propia vida en Bolivia mientras jugaba al mesías en la profundidad de la selva. Al menos yo no me compro esas patrañas.

Pues como dije, no he sellado con ósculos pacto de vasallaje alguno, ni provengo de la whisquierda pije, que nutre de culposos militantes que se pelean los cupos para viajar a la isla, bañarse en Varadero, putear -sean hombres o mujeres el verbo igualmente aplica- en la Habana, y dedicarse a parlotear sobre que la vida allá es sencilla y feliz. Es fácil decirlo para quienes asisten al dentista a controles preventivos mientras los obstinados anticastristas vamos al consultorio a que nos saquen las muelas. Sólo un pobre comprende el dolor de otro pobre, y por lo tanto, no me digan que la miseria cubana es una muestra de su dignidad.

¿Cincuenta años de revolución? En Francia mucho antes de eso ya había pasado una restauración y de todos modos venció la revolución francesa ¿Cuántas horas soportaría la Cuba “socialista” un gobierno diferente?

En nuestro país han debido forzar las leyes para castigar a los manifestantes, realizar montajes judiciales para negarle sus derechos procesales, en Cuba sencillamente no existen esos límites al ejercicio del poder. Durante un estado de excepción de más de medio siglo se permiten figuras penales como la “peligrosidad pre delictiva”. Con delitos así vigentes en Chile no podría escribir y obviamente estaría preso.

Para quién defienda la isla que por favor me explique porqué no existen balseros centroamericanos que se arrojan, tal como lo hicieron en el Granma, hacia la isla para vivir en el paraíso. Lo cierto es que hoy la isla es más pobre que antes de su “revolución”, gran parte de su población vive en el exilio económico y político, y sus utilidades siguen dependiendo de la prostitución, el turismo del entretenimiento nocturno, el alcohol y el tabaco, prudentemente administrados por los carcamales. Se ha destruido la agricultura y la precaria industria existente, en vez que diversificación de las exportaciones hoy reciben ingresos de fuentes diversas, gracias a las remesas de los exiliados.

Un muerto de hambre en un país miserable explotado por un gobierno al cual me niego a seguir subsidiando moralmente, como entusiastamente lo hacen los creyentes, so pretexto de sus credenciales de izquierda.

Nada de lo humano me es ajeno y todo dolor es mi dolor, los tiranos son mis enemigos vistan de caqui o de verde oliva.



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jueves, 18 de febrero de 2010

La Humanidad en el Laberinto.


Sapiens vir dominabitur astris.*

Por Ariel Zúñiga Núñez


Cada uno de nosotros, y al mismo tiempo todos a la vez, yacemos en los confines de un laberinto. La limitada percepción de la mayoría los hace comprender este asunto como exclusivamente propio, se trataría de un defecto, de una limitación a superar o de la cual resignarse. La fe en insondables estepas ultraterrenales los haría olvidar la claustrofóbica realidad intralaberíntica pero a lo más consiguen ser esquilmados, al tiempo que arreados al precipicio, o constituir una mutual, una colectividad de sujetos existencialmente vacíos que en la aglomeración obtienen el sucedáneo a su individual desdicha.

El agobio de vernos arrojados a la vida sin comprender en lo más mínimo su sentido y sus alcances, el estupor de ver pisoteados a cotidiano los valores que nos haría diversos a otras bestias que cazamos o reproducimos artificialmente para comerlas, la impotencia de la futilidad de todos los empeños, la frivolidad de las alternativas sobre la mesa hacen de la vida consciente una lenta y tormentosa muerte flotando en un cáustico caldo.

Cada quién haya explorado los rincones en que estamos situados se ha convencido que no existen salidas individuales ni atajos, que las estampidas sólo incrementan el dolor así como los falsos positivos de las soluciones místicas y parciales. El ser humano ha de hacerse cargo de sí mismo, de su desamparo, pero es muy difícil conseguirlo en la angustia del encierro, en un laberinto que pronto vemos como una ratonera.

El progreso nos haría reyes, hoy sabemos que es una salida parcial, otro camino falso al que seguimos encandilados tomados de las manos, a la izquierda y a la derecha. Desde aquí y a simple vista, no es preciso trepar una atalaya, vislumbramos que el camino del crecimiento económico culmina en un precipicio y que en su fondo habitan las bestias que antes poblaban tras el horizonte oceánico.

Sin respuestas, sin siquiera preguntas atinentes, aquellos que disponen del estómago lleno y unas cuantas palabras en la punta de la lengua, se esmeran en convencer a los demás, en “conscientizarlos”, en abducirlos emocionalmente para que aporten guarismos a los mezquinos cálculos actuariales movimentarios ¿Quiénes son ustedes? ¿Cuántos? Asuntos de “capital relevancia”, cómo si de algo sirviese en tiempos en que vagamos sin rumbo por un laberinto. Guías de utilería, que ni siquiera se preocupan de registrar en un mapa los sitios que la humanidad ha visitado en su enrancia, al menos para saber a ciencia cierta cuáles no son las salidas.

Están los que vagan arreados, los que apacentan, los que rumian, los que guían hacia los precipicios o a nuevos escapes sin destino, los que huyen de sí y de todos, y atropellan e incomodan a los pocos que buscan una salida. Puesto que es la humanidad la que se encuentra cautiva cada uno de los ínfimos porfiados que buscan una salida planifican y cavan túneles en donde quepan todos los demás, ninguna solución, por brillante que sea, soportaría escuchar los gritos de desesperación de los recluidos tras los murallones.

Seamos claros, en el laberinto padecemos todos, algunos se resignan a la fatalidad y lo aceptan como la vida misma, tratando que los garbanzos alimenten a la mayor cantidad, que los poderosos nos defiendan de los inconformes y de nuestras propias dudas y “debilidades”, en fin, de nosotros mismos.

Me niego aceptar que la consciencia se radique o se concentre estadísticamente en la izquierda, el aceptar el mundo tal como es no es ignorancia ni insensatez, muchas veces es lo que va quedando. La cobardía de no liberarnos destapando nuestros sesos con una carga de plomo nos condena a sobrevivir la infamia de la vida cotidiana carente de gloria y vitalidad.

Dos o tres que registran nuestra fuga con marcas en el mapa, ininteligibles garabatos que quizá alguien en el futuro, póstumamente, comprenda parcialmente, para agobiar con más datos, con un acervo aún más vasto sobre la comprensión de lo incomprendido, un amargo bocado para dimensionar con renovado vértigo lo inconmensurable de nuestra ignorancia.

Algunos jóvenes, aquellos que algún día fuimos, barnizarán con sangre de sus puños las puertas que golpeen exigiendo respuestas, horadando muros con uñas y dientes, fracturando el granito con sus sienes aún frágiles. Sólo en ellos y en nosotros estará la salida, entre los que busquen desesperadamente, azarosamente, venalmente la luz al final del túnel y entre quienes nos sentamos a pensar, a traducir los mapas de otros, confeccionar los propios.

La continuación de la sempiterna labor de buscar el escape nos hace estar en el mismo bando que los inconformistas hormonales, es decir, contra los que apacentan, gobiernan el éxodo, o más bien la enrancia, y además de quienes quieren comandar las salidas falsas. Si esto fuera poco somos mirados con sospecha también por los que luchan con actos materiales, por aquellos que dudan inclusive si hacemos algo o no.

Y es la angustia de los muchos lo que hace que la humanidad se sirva cada un tanto a uno de nosotros, los pocos, los escasos, los insustituibles, y beban con frenesí la sangre borboteando por la piedra ceremonial. Nadie nos echa de menos hasta que es demasiado tarde, hasta que los comandantes y gobernantes ordenan exequias públicas y retroactivos reconocimientos.

Estéril vida, estéril muerte, algún día se abrirá la salida al primer destello de luz de un nuevo amanecer. Será el ocaso de los gobernantes, de los sacerdotes, de los comandantes, de los caciques, y también de nuestra estirpe, de los intelectuales a la fuerza, de aquellos que energizamos nuestras sinapsis con dolor depurado y en eterna destilación.

Será el fin de los que buscamos la salida pues ya la tendremos. Ya no existirá el titánico dolor que nos ha signado, será un mundo sin dioses, ni ídolos, ni espíritus. Seremos libres pues nos gobernaremos a nosotros mismos.

* La sabiduría vence el dominio de los astros.



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miércoles, 10 de febrero de 2010

Consejos Para Evitar la Decepción de los Jóvenes.


Los ojos del niño no fallan, pero su voz es ignorada.

Por Ariel Zúñiga Núñez.


Para algunos, los niños son más inteligentes que los adultos, la maduración no sería otra cosa que una trágica decadencia. Muchas evidencias respaldan tal posición, los niños aprenden en los primeros cinco años mucho más de lo que un hombre promedio en toda su vida; antes de leer y escribir son capaces de traducir los complejos signos de la comunicación no verbal, aquello que se conoce genéricamente como proxémica. Un niño es capaz de aprender el lenguaje materno y comunicarse con otros aún cuándo se le enseñe incorrectamente o por quienes no están capacitados físicamente para hacerlo, este dilema inspiró a Noam Chomsky para su conocida teoría lingüística.

Soy tentado a pensar que los niños comprenden hasta las abstracciones más complejas siempre y cuándo no se los obligue a utilizar su cerebro en la inútil tarea de intentar descifrar la sideral cantidad de estupideces y mentiras con que se les nubla la mente: Antes de los diez años cualquier niño podría ser capaz de comprender la teoría gravitacional si es que no se les ocupara su mente en las bestialidades fundacionales de las religiones y los sistemas metafísicos, desde la familia hasta la democracia.

Un niño de cuatro años, de ojos y boca abierta, distingue claramente que su madre no quiere a su padre y que le acaricia la pierna un amigo de la familia por debajo de la mesa y aquello le repinta una sonrisa borroneada por los embates de la vida. Es la “explicación” de la madre, que intenta convencer al niño que lo que vio no es lo que vio y o que su interpretación es incorrecta el principio de toda educación, es decir, el constante y sistemático empeño en atrofiar la inteligencia natural del hombre.

Los genios son aquellos que por algún misterio han conseguido sustraerse de la educación y se conservan con los ojos y la boca abierta aunque ya nadie los escuche. Dependiendo de su presupuesto serán considerados locos o excéntricos. Su rasgo en común consiste en utilizar esa inteligencia en estado puro, con todo su candor y simpleza. Eso hace de sus conclusiones inconvenientes e insoportables; por lo mismo su trabajo sólo es valorado una vez que están muertos, cuando ya no es posible que sorprendan con una nueva ocurrencia.

Los adultos en cambio se relacionan entre sí desde la mentira, ello explica por sí mismo la incapacidad de comunicarse, con palabras y más allá de ellas, de poder regalarse a otros en procura del afecto, exentos de la neurótica búsqueda de alguna ganancia o ventaja. Sin comunicación el amor es una farsa, una empresa que no es más que la suma de los afanes de lucro individuales de los miembros y en que los afectos se construyen a la rápida, desde el cinismo o la hipocresía, como un mero subproducto destinado a la proyección de solvencia, a la apariencia y al buen clima laboral.

Explicar una verdad a un niño es muy simple, que se requieran tantos años de educación formal para atrofiar las capacidades adquiridas de un infante muestra la solidez de los principios rectores de la lógica (identidad y no contradicción), y que ellos bastan y sobran para querer cambiar el orden existente. Para ellos sólo existe verdad y mentira, no puntos medios, ni bisectrices, ni relecturas. En otras palabras, la inteligencia en su estado puro es lo único y verdaderamente revolucionario, un hombre que se envenena la mente con Deleuze y Guattari es porque en algún momento aceptó las explicaciones de su madre cuando engañaba a su padre ante sus ojos, es decir, no ve el mundo por sí mismo, como un discapacitado debe comprender por otros y hablar por la boca de quienes controlan el monopolio del verbo, y más aún, no acepta el mundo tal cuál es, prefiere un elaborado cuento a la realidad.

El único propósito de esta bitácora es hablar de lo obvio y de la manera más sencilla posible. Es aquello lo que la hace incomprensible para muchos, para esos seres irrevocablemente adultos, incapaces de desaprender, de volver a ver desde lo simple, más allá de las gafas maniqueamente empavonadas, incluso, más allá de las gafas mismas. Sólo un haz de luz -de luciferina lucidez- bastará para iluminar las tinieblas, pero antes se debe acometer la dura tarea de producir aquel desaprendizaje, la vuelta al origen, a los tiempos en que nos era posible distinguir a la mentira y denunciarla porque no éramos parte de ella.

Un lapsus linguae y algunos consejos atendibles.

El psicoanálisis de Freud se encuentra incorporado a la larga lista de los lugares comunes de nuestra cultura. Por otra parte, es un complejo y extenso conjunto de estupideces que algunas cacatúas adultas se esmeran en canturrear. Digo esto a pesar de hacer notar el lapsus linguae de Renán Fuentealba, presidente subrogante de la Democracia Cristiana, al referirse al gabinete designado por Sebastián Piñera:

Jaime Ravinet luchó con nosotros en contra de la dictadura, también luchó con nosotros en contra de Allende” (sic)

Fuentealba es uno de los personajes más importantes de la DC, es uno de sus fundadores. En sus declaraciones no dijo ninguna mentira, todos sabemos que la DC no sólo luchó en contra del gobierno de la Unidad Popular sino que conspiró y canalizó fondos de la CIA para ese propósito mucho antes de que Allende llegara a la presidencia: Frei padre fue el candidato de la Iglesia católica y de los gringos con el fin de contener la izquierdización de principios de los sesenta.

Sin embargo, nadie, ni Renán Fuentealba, hubiese querido mencionar este vergonzante “detalle” biográfico cuando se pretendía envestir a la derecha propiamente tal.

Además dijo:

Jaime Ravinet ha traicionado sus principios por un mendrugo de pan. De esta manera los jóvenes se ven forzados a desconfiar aún más de la política y de los políticos.” (sic)

Ravinet es un acaudalado empresario, además es abogado, por lo mismo es descabellado tanto mencionar su sujeción a principios como su condición mendicante que lo fuerza a transarlos por un “mendrugo de pan”.

Un grupo de niños hubiese interrumpido con burlas a Fuentealba antes de que terminara con su discurso. Me los imagino cantando “dijo Allende, dijo Allende, dijo Allende...”, pero la periodista, contratada para subir escaleras o para mascar chicle (pero nunca para hacer ambas cosas al mismo tiempo) no se percató o no quiso reparar en aquello. Es lógico que si se quiere evitar la desconfianza de los jóvenes en la política se debe ser consecuente con lo dicho y con lo hecho, por lo mismo carecen de toda validez, hasta para un niño de cinco años, que un golpista de derecha como Fuentealba escarmiente airado a otro golpista de derecha como Ravinet por aceptar colaborar en un gobierno de derecha. Eso se llama predicar con la verga en la mano.

Ya que los adultos no son capaces de aceptar estas verdades monumentales, como sí lo hacen sin dificultades los niños, se habla de lapsus linguae, es decir, una fuga en el superyo que ha permitido que se verbalice el inconsciente. Para un niño es más sencillo, se le ha descubierto mientras mentía.

Seguimos con los consejos.

Y si de evitar la desconfianza juvenil a los chupasangres de turno se trata hagamos memoria y digamos las cosas tal como son.

Sebastián Piñera ha conformado más que un gabinete el directorio de una macro empresa, un holding para ser precisos. Los ministros provienen de empresas (decir privadas sería redundante), las cuales son con fines o sin fines de lucro, al menos inmediatamente hablando.

Por ejemplo, en defensa del designado ministro de Relaciones Exteriores (un anónimo y opaco empresario dedicado a contar billetes desde la tierna infancia) Piñera ha dicho que es director de la Teletón “gracias a ello posee importantes vínculos en el mundo privado, en especial en latinoamérica”. Pero ¿qué es la Teletón? Una organización sin fines de lucro dirá el estudiante para pasar un examen, esto es falso: La Teletón es una empresa transnacional dedicada a vender a otras empresas el privilegio de parecer caritativas mientras “gestiona” la caridad individual de los televidentes. En cuanto a su giro es idéntica a “Un techo para Chile” y en cuánto a su organización tal cual a cualquier otra empresa transnacional.

Dicho esto del futuro ministro de relaciones exteriores, agrego, que se puede decir lo mismo de todos los demás miembros del gabinete de Piñera. Se debe rescatar que tuvo el tino de no nombrar a un miembro del grupo paramilitar antimapuche Hernán Trizano como ministro de Agricultura, pero pegó en el palo.

Las pregunta que quedan en el tintero son otras ¿Qué tan diferente habría sido el gabinete de Eduardo Frei Ruiz Tagle? ¿Qué tan diferente es el gabinete de Michelle Bachelet?

Andrés Velasco fue designado ministro de hacienda por el Fondo Monetario Internacional, tal cual antes había sucedido con Aninat o Eyzaguirre; Mónica Jimenez fue designada ministra por el cártel de los colegios privados y de las universidades con fines de lucro; José Antonio Viera Gallo (y su mujer en el CONACE) por los sectores fundamentalistas de la Iglesia Católica; Vidal (y Bachelet) por los milicos; Perez Yoma por él mismo y por “todos sus compañeros”; Carolina Tohá por las estadísticas (y por su marido galán); Maldonado por servirle cafecito a Juan Antonio Gomez y éste, a su vez, a Soledad Alvear a la cual todos sabemos ha financiado la CIA; a Rosende por ser lejos el mayor gusano y lamebolas arribado al ministerio del interior después de Harboe (quién, todos sabemos, también ha sido pagado por la CIA); a Yasna Provoste porque el ministerio de educación requería de una profesora de educación física para combatir la obesidad infantil; Paulina Urrutia por aparecer de Sor Teresa de los Andes en una miniserie financiada por la dictadura; etcétera.

Chile es una empresa mucho antes de que Piñera llegara a ser candidato a la presidencia. El modo en que es “gestionado” nuestro país no variará significativamente por la llegada de este nuevo directorio que ha sido presentado rimbombantemente, al estilo neo chacarillas, en que los inflacionados currículos antecedían a los méritos propios de cada de los ungidos. Al menos sabemos, desde la boca de los propios artífices de esta formación, de donde provienen muchos de ellos, por ejemplo, la ministra del SERNAM de una institución machista y aristocrática como “Comunidad Mujer”, otro, de Paz Ciudadana, y la ministra del trabajo era consultora de “Recursos Humanos”.

Buitres conocidos de páramos catastrados, atentos estaremos pues todo beneficio al país que obtengan será por serendipia.

En cambio en un gobierno de Frei nos habrían puesto este mismo tipo de asaltantes de caminos, junto a otros, los vencedores de las olimpiadas de la felación en que se ha convertido la figuración partidaria.

Ninguna novedad hasta aquí.

Si se quiere reencantar a los jóvenes con la política es la hora o de soltarse la verga o dejar de predicar.



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