lunes, 5 de enero de 2009

Fuegos artificiales y reales.

Año nuevo en un mundo viejo.



La pirotecnia escandila a los intemperados espectadores mientras la metralla penetra las débiles murallas de Gaza.

Los deseos de prosperidad se evaporan junto a las burbujas de las champagne y la carne ametrallada.

Para recordarnos que el mundo no ha cambiado, que todo esto no es más que un burdo rito, Israel patea a su famélico perro que agoniza en su jardín.

Hoy todos somos palestina pero aún peor, también somos Israel.

En un viejo mundo que no es más que un patio de colegio en que abusadores acosan a los listos; toneladas de estiércol sobre los verdes prados, como ha sido siempre y en todos lados donde la memoria nos recuerde.

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