viernes, 13 de julio de 2007

Subcontratados y Subempleados:

La Vigencia de la Ley del Embudo.


Cuando comenzó el gobierno de Bachelet, ella se impuso el cumplimiento de algunas medidas urgentes. La principal de ellas era obtener la aprobación de una Ley de Subcontratación. Lo medular de esta normativa era restringir el abuso que existe en nuestro país al tener a la mayoría de sus trabajadores contratados para empleadores distintos a los reales, pero en ningún caso se propuso terminar con esta práctica. La Ley no prohibe la Subcontratación, sólo la regula.

¿Pero porqué se necesitaba una nueva Ley para solucionar el problema? Muchos Abogados se prestaron para argumentar que la Ley era Indispensable y fueron los trabajadores mediante la CUT quienes apoyaron su promulgación públicamente. Los representantes de la izquierda también aplaudieron la medida y por ello se vislumbraba un idilio entre la Presidenta y sus naturales opositores. El romance duró poco gracias a las movilizaciones de los pingüinos, pero la ley quedó, y ningún empresario de verdad quebró por ella: Sólo quebraron las "empresas de papel" que habían sido fabricadas para eludir el pago impuestos, destruir las organizaciones sindicales y robarle los fondos previsionales a los trabajadores.

Se argumentó que esta Ley se necesitaba para terminar con estas prácticas pero la ley anterior resolvía el punto con claridad: Lo que faltaba era y es que la autoridad administrativa se tomara y se tome el trabajo de fiscalizarla.

La nueva ley entonces, no llegó a aclarar ningún punto oscuro ni tampoco se preocupó de resolver el problema central que transforma cualquier ley laboral en letra muerta: La connivencia entre el Gobierno y el Empresariado.

¿Qué se proponía Bachelet entonces? Visto hoy la respuesta se simplifica: Ganar tiempo.

Pero además del respiro consiguió sacralizar la subcontratación, permitiéndola en más casos de que cumpliéramos el Código Laboral en su letra,

La pregunta odiosa es entonces, qué se proponía la CUT el PC y toda la sarta de "compañeros" que aplaudió la medida.

Junto con la subcontratación el segundo mayor problema de nuestro sistema laboral es el "boleteo": Es la forma en que se contrata a los Subempleados.

He escuchado a tantos que me han dicho: "No, yo no estoy contratado, estoy boleteando". Desde luego que esa frase resume la experiencia de muchos y grafica elocuentemente el nivel de la educación en nuestro país y en especial de la educación cívica y política.

Nuestro código laboral, redactado en lo fundamental en las grandes reformas económicas de fines de los setenta y principios de los ochenta, dejó establecida la Primacía de la Realidad en el Derecho Laboral. Dicho a lo tinterillo: Las Cosas son lo que son y no lo que dicen ser. Mientras en el Derecho Civil la forma se transforma en sustancia, en el Derecho laboral la Sustancia debe ser la forma y ello implica que existiendo una relación de subordinación y dependencia entre dos sujetos, existe una relación jurídica llamada Contrato de trabajo. El mismo Código, Pinochetista, detalla las características de esa relación señalando entre otras características que quien da las ordenes es el empleador y quien las recibe el empleado NO QUIEN EXTIENDE EL CHEQUE, NI QUIEN APARECE MENCIONADO EN EL CONTRADO COMO EMPLEADOR. Y ya que las boletas de honorarios fueron diseñadas para los Abogados y los Médicos cuando trabajan como profesionales liberales, existe contrato de trabajo en TODOS LOS DEMÁS BOLETEOS como asimismo connivencia del Servicio de Impuestos Internos que permite que cualquier pobre diablo pueda iniciar actividades y de este modo producir millones de microfraudes tributarios y un dantesco fraude previsional y laboral.

Si el gobierno quisiera terminar con estas prácticas no necesita de la redacción de ninguna ley tan sólo de la aplicación de las existentes. Si Bachelet quería terminar con la subcontratación debía haber clausurado todos los Supermercados Líder, Jumbo, etc, los Sodimac, los Easy, los Fallabella y los Ripley y de paso CODELCO por tener a la mayoría de sus trabajadores Subcontratados y o Subempleados.

Si quiere terminar con los Boleteos, basta que exijan un título profesional que permita el ejercicio de una profesión liberal y el capital suficiente para poder desempeñarla para poder Iniciar Actividades extendiendo boletas de honorarios y negarla en los demás casos. El código del trabajo permite contratos de tiempo parcial y convenios por metas, etc. La economía del país no depende de la deliberada y flagrante violación de nuestras normas laborales; es posible que coexista el mismo sistema capitalista sin necesidad de pintarle la cara a los trabajadores. Los que hablan de flexibilidad laboral en nuestro tienen un concepto Romano Imperial de la mano de obra; nuestras leyes laborales ya son exorbitantes liberales y sin embargo no se respetan.

Es tan simple entonces terminar con los Subempleados y los Subcontratados que hay que ser desmesuradamente cínico o hipócrita para hablar de los TRABAJADORES, así con mayúscula y en voz alta. Sólo basta fiscalizar y sancionar. Incluso el aviso y un par de chivos expiatorios bastarían para que la ley se tome en serio.

Qué decir de aquellos que aún piensan, o dicen que piensan, que el gobierno tiene algún interés en los trabajadores distinto a apuntarlo con armas de fuego mientras se les chupa la sangre. Sólo les diré que el peor empleador que tiene nuestro país es el Estado. Y eso sí que es un escándalo en un país en que se trata como a la soberana callampa a sus trabajadores.

El Estado Chileno tiene subcontratado a la mitad de su personal y a la otra subempleado. Se descuentan de ellos a la docena de apitutados y apoltronados que hoy figuran como funcionarios de planta. Si eso fuera poco le chupa la sangre a miles de alumnos en práctica a quienes tiene trabajando por meses a cambio de una recomendación y un candy, lo que en el caso de los Postulantes de la Corporación de Asistencia Judicial (tortura que por mandato legal deben soportar todos quienes deseen ser Abogados) se reduce a un "para la próxima te sanciono" y una patá en la raja.

º º º

Los trabajadores de CODELCO han dado un paso decisivo que los coloca a una distancia sideral de las reivindicaciones sociales de los últimos 17 años. No piden una nueva ley sino que la aplicación de la existente. Que el discurso del Estado se transforme en su voluntad; una ganga de coherencia.

Los altos precios del Cobre han sido el alimento, pero los trabajadores de planta no han optado esta vez por consolidar su posición de Aristocracia Obrera reclamando para sí la bonanza: Se han acordado de aquellos que sudan lo mismo, tragan el mismo polvo y sufren la distancia de los suyos por tres veces menos plata que ellos.

Lo que están reclamando es el fin del feudalismo en Chile, la instauración de la modernidad.

El Ancien Régimen se definía por el sistema jurídico de estatutos, es decir, privilegios: Diversos sistemas jurídicos paralelos que rigen la vida a distintos estamentos de la población. El feudalismo asumía que existían personas de mayor y menor categoría y cada estrato tenía sus normas, tal cual en Chile en la práctica, pero nadie andaba con la cantinela de que eramos todos iguales.

Aquí se nos dijo de pronto, sin que pasara absolutamente nada, que eramos libres e iguales, que eramos una nación independiente y todas esas pelotudeces pero aquí no se cortaron cabezas ni se quemaron curas: Aquí la Historía se ha fabricado en los escritorios de los Historiadores que se han dedicado a coleccionar decretos con una compulsión filatélica.

Y sería bueno ya que la Historia la empiece a escribir el pueblo llano en el camino a la superación de la sociedad estamental en que vivimos, la exigencia de una igualdad política básica y no un mero regateo de o dentro de privilegios.

Y ojalá que la quema de los Buses de anteayer se recuerde algún día como la toma de la Bastilla.

Aunque estemos muy lejos de eso todavía, soñar no es gratis pero sigue siendo más barato y gratificante que otros vicios.

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