martes, 24 de julio de 2007

Otro Partido de muchos.



Por Keno Baeza


Los jugadores de la roja en el minuto 40 del segundo tiempo y nosotros hacia la cuarta botella de ron.

Una vez finalizado el encuentro, el de fútbol, y con el partido ganado, la celebración, que se había anticipado por mucho, prosiguió su curso lógico; borracheras, discursos futbolísticos, tropiezos con muebles y adornos, que en algunas casas están dispuestos como verdaderas trampas mortales para esos momentos en que se pierden algunas proporcionalidades espaciales y habilidades evasivas.

En la televisión algunos comentaristas ya criticaban que los hinchas estuviesen en la plaza Italia celebrando, “que tropicalistas que somos, si no hemos ganado nada, no puede ser que por cualquier cosa la gente salga a celebrar” señalaban. Claro, y después se dice que los chilenos somos grises, tristes, fríos, que no tenemos esa sangre latina, fiestera.

“apaguen la tele, no quiero escuchar a ese mamón de Solabarrieta” decían algunos, “ponte música gueon. Ponte a Bonvallet” decían otros.

Los comentarios televisivos continuaron por un rato mas, cuando se gana dan ganas de ver los goles otra y otra vez mas, las jugadas, la tabla de clasificaciones, etc..., luego de las repetidas imágenes resulta que a los comentaristas ya no les gusta que al equipo Sub-20 se les designe como “la rojita”, “andamos siempre con el diminutivo, somos apocados, nunca nos creemos el cuento, no como tales o cuales países, ese es nuestro gran problema” comentaban, entonces a uno se le ocurre que ya no es “la rojita”, si no que “la rojaza”, y así es como al otro día salen otros comentaristas de fútbol con lo de “...claro ahora somos la rojaza, ahora nos estamos agrandando, ese es el problema, con lo mas mínimo nos agrandamos y después vienen las decepciones, si no hemos ganado nada, bla, bla, bla”.

Sabiamente, de la tele se dio paso a la música y el cerebro comienza nuevamente a funcionar, por lo tanto el dueño de casa verifica si queda hielo, otro se da cuenta que no quedan cigarros, que se está terminando el ron.

De pronto a alguien se le ocurre poner un CD con la música de los Italianos de los 70, esos clásicos románticos en los cuales la cebolla se pica finita y que tanto nos recuerda la música que escuchaban nuestras madres mientras hacían el aseo de la casa o preparaban el almuerzo. “te gusta esta música” le dice uno al que puso el CD, “sipo” le contesta, “a mi también me gusta, me gusta toda la música italiana” le respondía el otro, en eso intercede el dueño de casa y dice “aaa pero si este flaco también es Italiano po”. El que puso el CD, con cara de satisfacción, le dice “así que también eres Italiano”, “si” le responde el otro con cara de orgullo, “bueeena, le dice” le recuerda el campeonato mundial ganado por Italia hace casi un año, se abrazan y comienzan ebriamente a saltar y a cantar “campeoni, campeoni...”, yo, mientras intentaba encajar toda esa situación en mi cabeza, miro al dueño de casa, aquel que con su comentario había logrado juntar a esos dos que saltaban, éste los interrumpe en sus saltos y les dice, con una cara rebosante de felicidad, “oye, oye” les dice “mi polola también es Italiana” concluyendo la frase con las ansias del que espera alguna reacción, como para que lo abracen, en forma fraterna, ahora el también es del clan.

No alcancé a ver mas, me alejé del grupo, los conozco a todos ellos hace tanto tiempo, y resulta que con unas cuantas botellas de Ron en el cuerpo ahora son todos Italianos gueon, chucha no son chilenos son Italianos, es una sorpresa inmensa, me pregunto si andarán con carné o pasaporte.

Encendí un cigarro, me serví un copete y terminé escuchando italianos de los 70, e italianos del 2007 celebrando el partido en el que “salimos” campeones del mundo. Menos mal que estaba lo suficientemente ebrio y cansado como para siquiera preguntarme algo acerca de la identidad.

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