martes, 18 de mayo de 2010

Tan Lejos, tan cerca.


El circulo rojo y negro a una Legua del centro de Santiago.

Por Ariel Zúñiga Núñez


Artículo escrito hace casi diez años, en la época de VICSO (Mayo de 2002), encargado por el Centro de Estudios de Seguridad Ciudadana de la Universidad de Chile (INAP). De más está decir que nunca se publicó y luego de un par de semanas fui despedido. Es bueno recordar esto cuando la concertación sólo ve su ombligo y olvida cuánto mintió, ocultó información y desmovilizó a las bases que luego convocó a defenderla con la excusa del mal menor. Trabajo realizado bajo el síndrome de Cassandra.


Las imágenes televisivas de ese día hablan [1] por sí solas: Carabineros por todas partes, lanzando personas de sus casas, éstas, aún aturdidas, se disculpan ante las cámaras diciendo "no somos delincuentes"; un juez recorre las calles y declara que no han encontrado los túneles, que los rastrean por satélite, que se está limpiando ésta población de los narcotraficantes que la denigran.

Después de la tempestad, la calma, pero sólo para quienes no vivimos en la Legua. No somos nosotros - son ellos- los que no serán contratados en el próximo empleo por vivir en el lugar en que nacieron y que serán considerados de antemano delincuentes si traspasan las invisibles murallas del gueto.

"Dijeron que allí se escondían armas. ¿Porqué en vez de buscar armas no buscan quiénes son los que las venden, o quién les vende las balas? Ellos mismos deberían revisarse, la policía, los jueces, y después salir a la calle a revisar a los demás. ¡Con qué moral vienen a molestar a los trabajadores de La Legua!" [2].

El último libro del profesor de Berkeley Loïc Wacquant, Parias Urbanos [3], recopila artículos de éste escritos entre 1991 y 1999. Al leerlos uno quisiera que se tratara tan solo de una alucinación primermundista y estar inmune a sus lúcidas explicaciones ante la emergencia de la Seguridad Ciudadana en la discusión pública. La conclusión de Wacquant es la siguiente: La sociedad capitalista posindustrial requiere cada vez menos mano de obra por tanto surgen numerosas categorías de personas de la cuales "la sociedad no hace ningún uso político ni económico de ellos", éstas personas son acopiadas en un reservorio que el denomina "hipergueto" y en él, libradas a su suerte. De éste hipergueto no hay salida más que la cárcel ya que la sociedad se preocupa en estigmatizarlos y ellos en diferenciarse de la sociedad que los rechaza como única identificación posible.

La situación de carenciados y acopiados posibilita tan solo tres posibilidades de ingresos económicos para el habitante del gueto: La primera y más importante es el ingreso que proviene del Estado; la segunda es la economía informal, la que siempre se encuentra fuera de la ley sea ésta sanitaria, tributaria o legal; la tercera es la distribución violenta de los pocos bienes existentes dentro del gueto por medio de la misma economía exterior pero en un contexto en que existen necesidades mayores y bienes más escasos. El aumento de la violencia en el primer mundo – según Wacquant- se explicaría por la guetificación, la retirada del Estado como sustentador del gueto (Estado providencia) [4] y un nuevo rol que asume el estado para contener penalmente a éste reservorio (Estado penitencia).

Que el Estado deje de proveer de sustento económico a los habitantes de los sectores marginados o que en ello se invierta una suma mucho menor que en castigarlos, explica el aumento de la economía informal de la venta de drogas y el aumento de la violencia al interior del gueto. La droga es una posibilidad de conseguir ingresos pero todo ingreso que se consigue es menor en comparación a las necesidades de los habitantes del gueto: Esto lleva a que aumente la delincuencia propietaria de poca monta en las que el actor como la víctima son habitantes del gueto.

Esto se ve reforzado cuando el habitante del gueto no puede salir de él ya que de inmediato sería detenido como sospechoso y a la vez la policía no ingresa al gueto sino para castigar a individuos sospechosos de haber delinquido fuera del mismo.

El estado se retira para los habitantes, del gueto, pero se refuerza en sus fronteras para contener su efervescente marginación. Esta marginación se gestiona además endureciendo su sistema penal con lo que se consigue encarcelar a más personas aumentando la demanda por centros de detención: Esto permite que la política de vivienda del Estado varíe desde la vivienda social a la cárcel, un lugar más barato y más rentable de acopio de los nuevos pobres [5]. Este endurecimiento del Estado - que algunos llamarían criminalización de la pobreza [6]- es correlativo al aumento de la riqueza y ello explica en porqué los mayores índices de violencia y encarcelamiento sean donde la brecha entre opulencia y miseria sean los más altos como en Nueva York y Hamburgo.

El pensamiento de Wacquant no es posible importarlo a Chile sin previamente aplicar la siguiente corrección monetaria: Primero, la unidad de análisis de Wacquant es muy limitada (Estados Unidos, Europa, la ciudad de Chicago, el gueto) lo que impide observar de qué manera este cambio del Estado del primer mundo se relaciona con lo que sucede en el “sistema mundo [7]”; segundo, la relación raza- marginación en Chile adquiere formas muy distintas a los Estados Unidos (Los Afroamericanos) o Francia (Argelinos o Norafricanos, llamados también magrebíes [8] ) y aún no cabalmente estudiadas por las ciencias sociales dentro del ámbito urbano [9]; tercero, en Chile no es posible observar el tránsito Estado providencia a Estado Penitencia ya que Chile no tuvo un Welfare o éste fue muy disímil a lo ocurrido en el primer mundo y la intensidad del control social formal para la población marginada no ha variado sustancialmente de la dictadura militar hasta la fecha sino que sólo se ha dejado de marginalizar a sectores por sus tendencias políticas. El desempleo tampoco es producto de la desindustrialización sino que de una industrialización inacabada; la última prevención es que no se puede verificar éste modelo explicativo en nuestro país no porque no exista la guetificación sino porque en Chile la delincuencia se ha mantenido estable en los últimos veinte años y así también la tasa de homicidios, que dicho sea de paso es la más baja de Latinoamérica y cinco veces menor al promedio regional. Siendo así es interesante observar que los niveles de miedo a la delincuencia de parte de la población son comparables a los de las ciudades más violentas de América y que la población penal se haya triplicado en las últimas dos décadas [10].

Lo anterior se encuentra ligado a un crecimiento sostenido de la economía, aumento de la brecha entre ricos y pobres y una deseguritización social.

En fin, Wacquant se ha convertido en una lectura indispensable en éstos momentos de Insegurización Ciudadana - más aún cuando en Chile nos encontramos con una privatización carcelaria en ciernes - no para importar la última novedad de Paris al debate público sino que para comenzar a racionalizar la discusión acerca de la violencia urbana y el control Estatal.


Notas:

[1] Operativos en la población La Legua de la comuna de San Joaquín en Santiago en busca de “cavidades sospechosas” (desde el 7 al 9 de Enero del 2002). Hay que mencionar que se han efectuado operativos policiales similares en varias oportunidades (Octubre del 2001 y el 8 de Enero de 1998)

[2] Mercurio. Cuerpo D, pág 6 11 de Ocubre del 2001: “La Legua por Recorrer”.

[3] Loïc Wacquant, “Parias urbanos. Marginalidad en la ciudad a comienzos del milenio”. Manantial 2001.

[4] La retirada del estado providencia y el tránsito en el estado penitencia lo trata el autor con más detalle en “Las cárceles de la Miseria”.

[5] Loïc Wacquant: Las cárceles de la miseria. Manantial, 2000, 192 pág.

[6] Por ejemplo: Zygmunt Bauman, Trabajo, consumismo y nuevos pobres, Barcelona, Gedisa, 2000.

[7] Wallerstein, I. [1991] (1998): Impensar las ciencias sociales. Siglo XXI. México.

[8] Expresado de modo magistral en el filme el Odio, o la Haine de Mathieu Kassovitz.

[9] Me refiero a un estudio que problematice no solo la relación de los pueblos indígenas con el huinca sino a la influencia del fenotipo en la marginación v.gr El Punga. (Hoy llamado el flaite)

[10] Para cuando se escribió este artículo la población penal era de 38.000 personas, hoy, sin que haya aumentando la población total del país, es de casi 55.000, la tercera más alta de América en términos relativos (sólo Cuba y EEUU nos superan), y en términos brutos es la cuarta ya que Brasil posee el doble de presos para diez veces más habitantes. A nivel mundial Chile está dentro de los diez países con más presos, en dicha lista sólo los EEUU y Chile son considerados una democracia liberal.



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viernes, 14 de mayo de 2010

A Confesión de Parte...




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miércoles, 12 de mayo de 2010

Un Problema, una Solución


La nueva forma de gobernar:



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lunes, 10 de mayo de 2010

Actuar.


Vencer la inercia es lo que requiere más energía.

Por Ariel Zúñiga Nuñez



En los noventa parecía urgente referirse al mundo resultante de la estrepitosa caída de los socialismos autoritarios y al hegemónico descrédito a la economía centralmente planificada. Autores como Norberto Bobbio, Anthony Giddens, Jürgen Habermas o Francis Fukuyama debatían acaloradamente. Se contaban muchas décadas de impopularidad de la filosofía política. Sin embargo el asentamiento de los hechos ralentizó la discusión, y el alienado entusiasmo de los politólogos la sobreintelectualizó.

Las épocas conservadoras son las más fecundas en cuanto a pensamiento político se refiere pues las grandes mentes, en vez que actuar en el mundo, se recluyen en las ideas.

Basta leer las páginas de los grupos más severamente marginados del poder para quedar asombrado de la riqueza conceptual que han adquirido en menos de una década. Ideas bellas y loables, propias del mundo paralelo, el virtual, el socrático, que ni ofende ni incomoda al poder, es más, lo confirma.

En un mundo aún más injusto que el de la cuestión social del siglo XIX muy pocos se atreven a asumirse de izquierda, y cuando lo hacen, por lo general, es en defensa de los iconos que henchían su corazón en la juventud. Muy pocos usan a esta palabra en presente, muchos menos para hablar de futuro.

Los que aún quedan en el foro debatiendo, poco a poco pierden su ligazón los con hechos y comienzan a acomodarse en el acogedor sillón de la experticia, abrigados por el infinito candor de los aduladores y alumbrados por la falsa luz de los niquelados símbolos de distinción.

El fracaso en la política deviene en el dominio del conocimiento historiogŕafico o técnico filosófico de la misma, y esto, en vez que nutrir a los brotes verdes, aquellos que precisan consejo y ánimo para que vehiculicen la explosiva energía juvenil, se atesora en rincones inaccesibles, flanqueados de pergaminos que dotan de falaz autoridad a aquello que debiese prevalecer por merecerlo.

Me sorprende que con todo este ruido mi mensaje aún pueda ser escuchado. Que la botella usada para arrojar ideas al tenebroso océano consiga llegar a puerto e incluso retornar.

Y a medida que avanzo, satisfaciendo mi curiosidad, me inquieta que mi pensamiento se estanque en la banal sobreintelectualización que le permite a muchos callar y seguir hablando al mismo tiempo.

¿Cómo retornar a la fecunda discusión de los noventa?

Se debe hacer política, en vez que teoría política. La política se hace en el mundo real por lo tanto cualquier propuesta de cambio se debe hacer considerando su aplicación en el mundo tal cual está. No podemos demoler para construir la utopía desde cero.

Tampoco podemos esperar, oráculo mediante, el cambio de las condiciones. La política es actuar en el mundo y eso significa también ahora es cuando.



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