martes, 30 de marzo de 2010

Veinte Años de Violencia y Control Social en Chile.


El artículo que le faltó al “ciudadano”.

Por Ariel Zúñiga Nuñez


En el periódico “El Ciudadano” del mes de marzo se realizó un balance, en diversos tópicos y por diferentes especialistas, de los veinte años de la concertación. Se trata de un trabajo multidimensional en que cada artículo es una síntesis. Abarca casi la totalidad de la obra de la concertación, por lo que las omisiones son comprensibles en atención a la concisión propia de un medio periodístico.

No obstante, pienso, que la omisión de un balance de las políticas de “justicia”, “seguridad pública”, “seguridad ciudadana”, sistema carcelario, control social formal e informal, o de un modo más preciso y general al mismo tiempo, violencia y control social, ejemplifica de un modo cabal cómo la intelectualidad de izquierda criolla se ha relacionado con esta vital materia.

Al mismo tiempo en que los pobres, que la izquierda dice representar genuinamente, son los únicos golpeados por los sistemas represivos “democráticos”, y que los grupos antisistémicos al proliferar y hacerse fuertes pronto son castigados con un sucedáneo de ese control “legítimo”, normalmente los autores críticos han callado y se han restado de la discusión política, en especial de la técnico jurídica, dejando este asunto a merced de quienes poseen interés en la represión, es decir, aquellos que las policías custodian sus inveterados intereses, los dueños del país, los dueños de los uniformados.

Sin una teoría, a veces sin un discurso propio, la izquierda en este tópico reitera lugares comunes de la crítica liberal que prolifera al alero de las escuelas de derecho en donde se forman los abogados corporativos, o se descalifican, por ejemplo, las propuestas de paz ciudadana, o libertad y desarrollo sin comprender en lo más mínimo qué es lo que está en juego. Para ahorrarse tiempo frente al computador concluyen apresuradamente que todo lo que ocurre en Chile es producto de la profundización del “modelo neoliberal”, lo que en último caso, si se trata de un pensador de prestigio, contendrá una frase de Naomi Klein para vestir de seriedad a esta neo entelequia.

A contrapelo de los analistas de “el ciudadano”, que ven en cada materia una responsabilidad exclusiva de la elite dominante, pienso que el estado calamitoso en que se encuentra esta faceta del Estado para la izquierda es en gran medida adjudicable a nuestra incapacidad de construir una teoría que permita apropiarse de la acción política de la derecha y prefigurarla desde dentro, es decir, disputar también en su campo de modo de neutralizarla. Es decir, actuar como la derecha lo ha hecho con la izquierda, apropiándose de sus palabras y del poder de sus símbolos, no como una tarea única sino como parte de una acción multidimensional destinada, al mismo tiempo, construir poder, contener el del adversario y neutralizar al enemigo.

La izquierda se ha dedicado a sus “propios asuntos”, esa es la razón por la que en “el ciudadano” la “justicia” es solamente las violaciones a los DDHH de la dictadura y su impunidad, y los actos más aberrantes de represión en democracia. El silencio respecto a cómo el nuevo sistema procesal penal ha producido una justicia de clases aún más desenfadada que la que denunciaba Eduardo Novoa Monrreal en 1971, nos hace cómplices de lo sucedido. La izquierda dice no poseer velas en este entierro lo que da para pensar que quizá comparta la doctrina Chahuán, Harboe, Rosende o Ubilla, y que firmará “en blanco” sus propuestas siempre y cuando se deje a los mapuche y okupas en paz. Los “delincuentes” son enemigos de todo ciudadano “decente”, sea de izquierda o de derecha.

Lo que no comprenden es que el modo en que los gobiernos reprimen a la disidencia política es una réplica del que se usa en contra de la criminalidad común, es más, el aumento de la represión política del estado chileno en la última década se explica por sí mismo por el cambio en el sistema de persecución contra los lanzas, microtraficantes o monrreros.

Tales reformas fueron pensadas por la derecha dura a principios de los noventa pero fueron, finalmente, los anónimos académicos liberales de las escuelas de derecho, quienes finalmente aprovecharon la coyuntura y se anticiparon, redactando un código de procedimiento penal tan respetuoso de las garantías procesales como antipopular. Si hoy realizáramos una asamblea constituyente sin lugar a dudas las normas rectoras en materia de represión penal serían aún más duras que las actuales porque nuestra sociedad es profundamente autoritaria por lo que el nuevo proceso penal tuvo que ser impuesto, mediante el autoritarismo academicista, en provecho de una sociedad incapaz de valorar su aporte.

Y, desde luego, la izquierda en este punto actuó fiel al común autoritarismo de la sociedad, y a su endémica ceguera. Quizá el rol paradojal que habían ejercido durante los noventa los abogados de DDHH, que en vez que defender a las víctimas de la represión estaban dedicados a encarcelar a los victimarios, aquello que he denominado un uso “criminalizador de los DDHH”, los mantuvo ajenos, e incluso refractarios, a los principios del nuevo proceso restándose a las discusiones tanto en su “diseño” como en su “implementación”.

Sin embargo la derecha, marginada desde el comienzo del proceso por los anónimos, e ingenuos, académicos liberales, pronto comprendió su error y se incorporó a la reforma. Ya no detendría lo inevitable como en algún momento quiso sirviéndose para tal fin de los carabineros y del poder judicial, sino que intervendría la reforma desde dentro, haciéndola suya.

Es así como uno de los tantos histéricos detractores de la reforma procesal penal, Guillermo Piedrabuena Richards, se transformó en la autoridad más importante de su vigencia e implementación, el Fiscal Nacional. Su rol desde el comienzo, y sistemáticamente por ocho años, fue destruir cada uno de los principios liberales en que se fundaba el nuevo código dejando subsistente en la práctica tan sólo las normas que permiten que sea un sistema de represión más eficiente, pero no desde el utilitarismo de sus redactores sino que desde un autoritarismo patronal, un gremialismo propio de los mercaderes que nos gobiernan soterradamente en la concertación y explícitamente con Piñera.

Para los redactores del código importaba más que la “verdad procesal” la resolución de conflictos y por lo mismo en vez que perseguir a los delincuentes de poca monta se privilegiaría los casos graves. Hoy resulta que se persigue a los “pasturrientos” mientras que los delitos graves quedan en la impunidad mientras la televisión no les dé cobertura. Cuando esto último ocurre, el sistema inicia una captura de culpables “a la medida” con total prescindencia de los principios garantistas que inspiraron la reforma. El nuevo sistema es más “eficiente” que el anterior en cuanto a encarcelar personas, pero es altamente costoso y su “seguridad jurídica” es cuestionable. Un poco de rigor en el análisis nos debe llevar a concluir que el nuevo proceso penal en sus diez años de implementación está colapsado, cuesta decenas de veces más que el anterior, y ha fracasado en todos y cada uno de sus fines declarados.

Piedrabuena intervino la reforma y en vez que “cambiarlo todo para que nada cambiara”, a lo Aylwin, cambió todo para que cambiara el sistema de represión en beneficio de la elite dominante. En vez que contener las trasformaciones, al más puro estilo “reaccionario”, se imbricó en el cambio, lo comandó, y navegó el buque de la reforma a un puerto aún más seguro para los patrones. Para que su obra “revolucionaria” no quedara truncada se preocupó de instalar a Sabas Chaguán para que continuara su cometido.

Y la izquierda que se había restado en el diseño, e inclusive había “reaccionado”, tan histérica y majaderamente como la derecha más dura, al nuevo código, siguió abajo de la reforma durante toda su implementación sin una teoría, qué digo, sin siquiera un discurso que permitiese algún reparo ante la escandalosa refundación autoritaria del país. Aquí si que era imperioso un acuerdo con los “sectores más avanzados de la burguesía”, pues la academia liberal era quién había parido este engendro antes que lo adoptara el lado oscuro de la fuerza. La izquierda pudo fortalecer este mancillado bastión y tironear al bebé para que no lo arrebataran de las manos de sus padres biológicos, pero, incapaz de comprender el país en que vive, el mundo que lo circunda, y el ser humano que lo puebla, siguió dedicada en forma exclusiva y excluyente a asuntos de “mayor importancia”.

Las voces de la izquierda, cada vez más numerosas y estridentes, que denuncian el clima de violencia represiva, unilateral e insufrible, que padecemos, recién comenzaron a escucharse hace un par de años cuando el bebé “reforma procesal penal” ya había crecido y transformado en un monstruo que se alimenta de los más débiles y de todos quienes disienten.

Chile es tercer el país con más presos por habitante en toda América y el décimo en el mundo. El único estado que se dice democrático y está en esta nefasta nómina, a parte de Chile, es Estados Unidos.

Pero esta situación es apenas advertida debido a que la separación simbólica, impuesta desde arriba desenfadadamente, entre pobres “buenos” (honrados y trabajadores), y pobres “malos”, (mendigos, rotos, malentretenidos, flaites, etc), es transversal en la población y de ello no se libra ni la izquierda. Es más, gran parte de ella sigue atada a un discurso que refuerza tal ideología, la que incluso es más autoritaria que la misma empleada por los medios de derecha: La separación entre proletariado y lumpen proletariado. (A quién le quepan dudas que por favor lea lo que se escribió los días inmediatamente posteriores al terremoto, mientras la derecha pedía toque de queda y palos a mansalva algunos izquierdistas exigían hasta el “paredón” para aquellos que cometían actos de pillaje diversos al aprovisionamiento de productos básicos.)

Piñera se deleita con el festín que le ha servido la concertación, puede darse el lujo inclusive de darse por triunfador de la “guerra en contra de la delincuencia”. Sus declaraciones de hoy, posteriores al “día del joven combatiente”, son coherentes con esta hipótesis, defendida hace meses respecto de un eventual gobierno de la alianza por Chile y hace casi diez años en relación con el insostenible, comunicacionalmente hablando, fracaso de la “mano dura”. Cada cierto tiempo se debe decir que la “delincuencia” ha sido derrotada puesto que de lo contrario el gobierno se exhibiría como ineficiente. Pero, cuidado, eso no significa que se afloje la mano.

Así como se inventó mediáticamente, contra toda evidencia empírica, que la delincuencia había aumentado para justificar la represión en democracia, sólo basta, como dice Antonio Carlos Jobim, desinventarla.

Para ello se quiere apagar con agua, y no con bencina como lo hizo la concertación en los últimos años, el conflicto mapuche y todos los casos bomba-anarquistas: “los ocho del Salmón”, “Asel Luzarraga”, y las bombacicletas. Aunque se siga condenando a algunos por estos cargos, la prensa los exhibirá como situaciones aisladas, tal cual hoy se ha cubierto la conmemoración del día del joven combatiente. El objetivo es invisibilizarlos para demostrar la eficiencia de Piñera en estas materias tal cual la hiper represión de la concertación la mostraba impotente y superada por estos actos.

No faltará quien me diga que se trata de un delirio de mi parte pues los tribunales son independientes, el ministerio público es un órgano autónomo, la prensa es libre, y las policías ni siquiera dependen jerárquicamente del gobierno por las particularidades de la constitución Lagos-Pinochet. A quién lo haga lo invitaría a caminar un largo tour, por Pudahuel, la Legua, la Bandera, y Pedro Montt, donde están los juzgados del crimen, para que viera la vida “tal como es”.



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viernes, 26 de marzo de 2010

Fachelet y su Cagástrofe, Piñata y su Marepoto.


Cómo no coincidir con Armando Uribe cuando afirma que nuestros últimos presidentes han estado muy lejos de la excelencia, intelectual y moralmente hablando, e incluso algunas veces se ha llegado a la "excelencia en la mediocridad".
Después de escuchar a Bachelet tartamudear hasta su nombre, Sebastián Ta tan, llamado así por su compulsión al hip hop, se anotó el hit del momento, el marepoto.
A mediodía del día 27 de febrero, con medio país en el suelo y sin TV, Bachelet habló de "Cagástrofe".
Posiblemente se trate de genios que parecen tontos pero sus acciones demuestran que el lenguaje oral en estos casos no es tan sólo una apariencia.


Vea el Reggaeton del Marepoto:



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martes, 16 de marzo de 2010

Amanecer Intergeneracional.


A 56 Kbps.

Por Ariel Zúñiga Núñez


Cinco de la mañana, mediados de Julio, en la habitación sin aislación térmica la temperatura es de medio grado bajo cero. Hace dieciocho horas que logré armar una computadora para corregir las transcripciones que me encargaron y no me he levantado de esta silla ni para mear. Trabajé incesantemente por tres meses con una vieja 286 prestada, utilizando el programa edit del microsoft D.O.S, sin corrector de textos. Toda la información en un precario disco blando de 1.44 megas que falla al ingresarlo al nuevo aparato (Un pentium I 133, con 32 de ram) por el cual pagué el adelanto por esta pega, sin quedarme ni con una luca para comprar parafina. Reparo el disco con el scandisk, recupero el texto como archivo perdido en el word, realizo las transcripciones que faltan y corrijo las anteriores, una proeza, tres meses de trabajo de un disléxico sin corrector ortográfico.

Me cuelgo en la linea telefónica, sé que es mi única oportunidad para entregar el texto antes de las nueve, el moderno modem de 56 kbps dejará por mí en el escritorio de quién corresponda el resultado de esta faena de esclavo de la nueva era. Me privará de ver más caras de las que ya he visto, de contener las ganas de escupirlos o decirles lo que pienso, no sé qué es peor.

Mi espalda se estremece por el frío, siento un dolor en mis axilas como si fuesen mis testículos y alguien los hubiese pateado. Concentro casi toda mi energía en enmendar los errores absurdos de tecleo pues mis manos tiritan, y los guantes cortados en las puntas de los dedos me hacen doblemente torpe.

Mi estómago aulla, preciso de un trozo de pan amasado, algo de pichanga, un vaso de vino tinto, del calor de aquella mujer que me quiere tanto, que se ha pegado a mi vida como un chicle en el pelo. De la que aún no me aburro que no me quiera o que me quiera tanto ¿quién podría notar la diferencia?. La que urde hilos invisibles con un huso clitoriano para beber mi universo en un plato doméstico.

Aceptar”, “click” y el trabajo ya está en su sitio, ahora queda joder para que me paguen luego y retrasar los cobros, poner caras, cagar a quién sea lo antes posible para estrujar el sudor frío evaporado en este cuarto, del vaho que nubla el monitor de diez pulgadas, blanco y negro. Comer del queso que esconden las ratas, por un tiempo, hasta el cheque, y mientras buscando algo que me permita levantar, ¡“Ariel enderezando su vida” toma diez!

Pero algo pasa, una alerta en la computadora, me acerco al monitor y es una conversación de chat, mi tía Cecilia, la que vive en Australia, la que conocí a los siete años volada como chancho mientras visitaba a un país pintoresco llamado Chile.

  • Ariel, que gusto saber de ti, no he podido comunicarme con mi hermana (...) bla bla bla (...) pero que bueno encontrarte y esta hora, como estas... (bla bla bla) ... es tan raro lo que pasa en Chile ahora hasta soltaron a Pinochet, no entiendo nadie dice nada, qué pasa con los jóvenes, qué hacen ustedes ... (bla bla bla) ... está todo tan cambiado (bla bla bla) en mis tiempos era todo tan diferente ...

  • Sabe tía, las farras de su tiempo y de su generación las estamos pagando nosotros, su amor libre hoy es sexo con latex, los hippies como usted son los que nos explotan, los sueños estúpidos y la frívola forma de entender la política de los de su edad produjo que naciera en dictadura y que ya lleve a cuestas doce años de dictablanda, que la única ley que rija es la de la selva y aún así se la meten en el culo cuando quieren. Si me habla de su generación me es inevitable no recordarle que fracasaron en todas y cada una de sus quimeras, y que el mundo hasta hoy resiste una insoportable resaca a cuenta de ustedes. De legado hemos recibido cenizas, ahora le corto pues aquí en Chile la internet no es libre ni gratis, hasta luego.




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domingo, 14 de marzo de 2010

Sobre el terremoto y los efectos percibidos.

Despacho de nuestro corresponsal en Chivilingo.

Por Cristobal Cornejo desde la zona del desastre




Chivilingo es un villorrio costero en el que no viven más de treinta personas durante el año. Es conocido sólo porque en medio del cerro y bosque se construyó a mediados del siglo XIX la primera central hidroeléctrica de Sudamérica para proveer de energía a las minas de los Cousiño. Está ubicado aproximadamente a 2 kms de Laraquete (hacia el sur) y a 7 de Lota (hacia el norte).

A este lugar llegamos mi compañera, Tania, y yo la tarde del día 28 de febrero tras un tenso viaje desde el sector libre “El Boldo” del lago Lanalhue (a 40 kms de Cañete y 120 de Concepción aprox), para comprobar en carne propia la suerte que sus padres habían corrido con el terremoto del día anterior. Ellos, ya sesentones, tienen una casa a no más de 100 metros del mar. Y no son los únicos; más de una veintena de casas se extienden entre la Rinconada norte y sur.

Este hecho nos preocupaba de sobremanera, conocidos los efectos del terremoto y maremoto en la zona del golfo de Arauco, la costa norte de Concepción y la costa de la VII región.

Evidentemente el comportamiento del mar y la bastante atrasada alerta de tsunami obligaron a quienes se encontraban en Chivilingo a dormir un par de noches en un cerro cercano. Lo mismo ocurrió en otras zonas. No obstante, el terremoto no dejó con daños graves las casas del lugar y, afortunadamente, el maremoto no golpeó directamente, el temor se apoderó de los habitantes, en su mayoría gente por sobre los cincuenta años.

Uno de los efectos más perversos que pudimos percibir en las personas que tuvimos la oportunidad de abordar en Contulmo (pueblo a 6 kms desde donde acampábamos, primer lugar donde fuimos por información) y las que trajimos en nuestro viaje de regreso a Chivi fue el provocado por la interrupción de las comunicaciones: ésta lleva a las personas a pensar las ideas más optimistas y las más trágicas sobre la suerte de sus cercanos, perturbándose minuto a minuto el sistema nervioso.

Al momento del terremoto y las siguientes 24 horas estuvimos sin ningún tipo de información fiable sobre los efectos del sismo en el lugar que más nos preocupaba. Supimos de boca de la gente que la zonas costeras de la VII y VIII habían sido muy afectadas, pero no supimos nada de Chivilingo, lo que nos tuvo con una extraña sensación más intensa que la normal incertidumbre.

En el momento exacto del terremoto, acabábamos de meternos a la carpa, luego de una regada velada frente al fuego, el lago y la luna casi llena. Vivimos el terremoto en una carpa, sólo con los ruidos animalescos y terrestres de fondo (los bajos más subbajos que jamás hemos sentido), por tanto, nos fue imposible dimensionar los estragos acontecidos en las zonas pobladas rurales y urbanas…. Mirándolo bien, no pudimos estar en un lugar menos traumático, en un mejor lugar, sin histeria colectiva ni los peligros de las urbes, tan sólo los sorprendentes daños sufridos por el camino asfaltado que va de Cañete hasta Angol.

Luego de sumarnos al caudal de desinformación y especulación comunitaria, comenzamos a vivir el suceso de manera más… normal (?), acrecentándosenos el temor por el estado de nuestros familiares y amigos a lo largo del país.

Elementos.

- Los efectos sociales de la incomunicación personal y de los medios, directamente relacionados con la geografía (zonas rurales, lejanía de las rutas principales) y con la enorme centralización política territorial y del imaginario social construido por los medios de comunicación masivos, así como por la fragilidad de las comunicaciones ante eventos de la naturaleza, a pesar de que los adalides del progreso y la tecnología tiendan a presentar sus avances como cuasi-infalibles.

Ya llegados a Chivilingo, terminamos por integrarnos de lleno en la manera generalizada de vivir aquellos días: retomando poco a poco la comunicación con nuestros cercanos, apurando la organización de la alimentación y de los “turnos de guardia” a propósito de las réplicas (y, principalmente, potenciales tsunamis), siendo testigos de las distintas reacciones de las personas frente a nuevos temblores y enterándonos con entusiasmo sobre lo saqueos y ataques a la propiedad en diversos lugares.

Al día de la redacción de este comentario (7 de marzo) aún no he visto ninguna imagen fotográfica ni televisiva de los efectos del terremoto y maremoto, ni de los saqueos, y si no hubiera una radio a pilas, con pilas, y la saturante radio Bío-Bío, tampoco nos habríamos enterado tan en detalle de lo ocurrido en Concepción y otros lugares.

- cómo los medios de comunicación nos someten o integran a la “realidad”, empapándonos de los problemas y dramas normales a las circunstancias que se extienden por el territorio. Un elemento moderno y nada de natural, ya investigado por numerosos comunicólogos, pero que no debemos perder nunca de vista.

¿Tiene uno derecho a no hacerse cargo de los problemas que ocurren más allá de nuestra comunidad y que sólo conocemos indirectamente a través del filtro mediático?

- Es particularmente interesante el tema de los saqueos y robos, al igual que el de la organización comunitaria, que viene unida a este hecho y al tema del racionamiento del agua y los alimentos.

¿Qué es lo que se critica en el fondo?

El aprovechamiento de algunos “desalmados” que robaron más allá de lo “estrictamente necesario”. Aún no escucho a nadie que condene a priori el robo de víveres o de los llamados “artículos de primera necesidad” (distinción creada y que inconcientemente hace notar la línea existente entre los productos que satisfacen necesidades humanas reales y los que son grotescas creaciones del ethos mercantil).

Es imprescindible potenciar el vehemente ataque a la propiedad privada, el germen destructivo-creativo aún presente en momentos excepcionales de nuestra vida cotidiana y develar la trascendencia de la auto-organización comunitaria, extendiéndola a otros momentos de la vida y politizándola.

El poder comprende el peligro de dejar pasar estas prácticas, por lo que ha adoptado varias maneras de reprimirlas y evitarlas. Primero, canalizando ayuda a través de municipalidades y juntas de vecinos (es decir, utilizando los canales ya constituidos) y asegurando el orden con presencia militar. Respecto a los saqueos: por un lado, ya hay gente devolviendo en las calles los artefactos robados. Por otro, se ha castigado (un castigo de clase) a diversas poblaciones en Concepción, indicadas como “turbas saqueadoras que deben estar disfrutando de los muchos artículos robados”, dejándolas abandonadas en cuanto a ayuda básica se refiere, mientras que numerosos testigos indican a todo tipo de personas como saqueadores, no sólo proletarios.

Más allá del saqueo a entidades comerciales (y el vandalismo contra símbolos del poder mercantil), el peor efecto de la psicosis potenciada por los éstos tuvo relación con el enorme clima de desconfianza y enfrentamiento entre poblados colindantes, lo que llevó a los vecinos a armarse (no sin accidentes) y a exigir la presencia de los militares en las calles y otras medidas de seguridad.

En Chivilingo, recibimos unos con histeria, otros con escepticismo, la noticia de primera fuente sobre el supuesto robo que sufriríamos como comunidad a manos de pobladores de Laraquete, lo que nos llevó a intensificar las guardias nocturnas y a inventar ridículas armas para defendernos de los supuestos atacantes. Una infernal situación, pesadilla apuñalante (nunca concretada) para quien aún cree en la posibilidad de otra práctica de lo político.

Sin embargo, en el fondo me entregaba. Comprendía que quienes vendrían serían “los malos” y no tanto “los necesitados” y que les interesaría pura mierda material. El lumpen proletariado no tiene nada que perder, salvo los ojos abiertos en las condiciones de sobrevida. De ahí su arrojo e indolencia. Yo también pagaría su desilusión, viviría su venganza. Cuando el estado de excepción no es la excepción sino la regla, no pueden esperarse reacciones de otro tipo.

Por otro lado, el desprecio por la propiedad privada está ligado, simultáneamente, al fetichismo de la mercancía incrustado, pero más allá, al desprecio por el valor de cambio. Muchos de los elementos robados, productos suntuarios grotescos, destinados tanto al uso privado como a la puesta en mercado informal. Yo hubiese saqueado primero, por el placer de destruir los enormes ventanales y cortinas de los palacios del consumo y las finanzas; luego, por la rebanada de plusvalía que ha sido robada a generaciones de proletarios. Una venganza Benjaminiana.

La indolencia destructiva del lumpen proletariado ¿podremos canalizarla en aras de la revolución comunista anárquica? Quiero creer que con enorme esfuerzo colectivo y claridad, si.

Este actuar fue la principal razón de la exigencia ciudadana por la presencia militar en las calles. Por tanto, la actitud de este sector hacia otros proletarios los ubica hoy como enemigos de clase que justifican la autodefensa popular. Y peor, actúan como elementos reaccionarios, porque desvían las energías colectivas y legitiman el poder de las fuerzas del Estado.

A pesar de esto, la fiesta del saqueo generalizado rechaza de plano el recorrido lineal que lleva a la adquisición de bienes, esto es el trabajo asalariado, obediente y controlado. Porque saquearon delincuentes de oficio, dueñas de casa; unos saquearon botillerías, otros la línea blanca de las tiendas. Todos unidos por el mismo hilo, uno que lleva a mostrar la verdadera naturaleza de las mercancías, como productos que adquieren su valor en el intercambio real de valores inventados, en el dinero y en la ideología del esfuerzo y del trabajismo (¡cuánta imprecación hacia el pueblo de Lota escuché por esos días! Concluí: un pueblo explotado por generaciones y que de un día para descubre las comodidades de la asistencia estatal y la economía de subsistencia no se interesa nunca más por la esclavitud asalariada), pero que no mantiene su estatus desde el momento en que las personas rompen con la imposición sagrada de su presencia y la toman sin permiso porque ha sido fruto del trabajo del proletariado en bloque. El proletariado la crea y la niega. Hasta los billetes se queman.

- Ironías del terremoto social: hace un rato han venido al sitio donde se ubica la casa de los padres de mí pareja, T., una tanqueta de militares en ronda. Los han invitado a una taza de café. Un soldado me ha visto cara de fumador y me ha invitado afuera con él. Ahí me ha contado con entusiasmo sobre sus aventuras represivas y de orden. Incluso me ha dejado una cajetilla con cuatro cigarros y me ha ofrecido un segundo cigarrillo… ¡para que me duren más los otros! Mientras me contaba sus violentas actuaciones los días anteriores contra vándalos y otros sinverguezas no podía dejar de viajar hasta el pasado e imaginar por analogía el trato a los otrora upelientos.

Pasado varios días del terremoto, en la radio se suceden los llamados a trabajar por parte de empleadores y del “retorno a la normalidad” por parte de la prensa. No puedo sacar de mi mente el afiche francés de mayo del 68 que dice “Retorno a la normalidad” y aparecen varias ovejas en fila rumbo al… ¡trabajo!



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viernes, 12 de marzo de 2010

Extraña Muerte de un Civil en manos de Soldados en Tiempos de Paz.


Sobre los viudos de Bachelet y otros tantos hipócritas.

Por Ariel Zúñiga Núñez



Michelle Bachelet Jeria, la “hija del general”, educada en la principal institución formadora de torturadores de los EEUU, experta en el abuso de la emocionalidad fácil, la manipulación de los macabeos y los mamones, ha dejado por fin el palacio de la Moneda asumido después un golpe blanco, marquetero y escuestológico.

Del mismo modo que llegó a la vida pública se va: mediante la falsificación de la opinión pública y custodiada por milicos, de esos que en Haiti usan casco blanco y aquí disparan a matar.

El día en que el ejercicio de la hipocresía sea considerado un deporte olímpico muy pocos podrán disputarnos nuestro preeminente lugar en el podio: Aquellos que hablan de libertad económica consolidan con todas sus fuerzas los monopolios; los que parlotean sobre los DDHH siempre encuentran a un “otro” a quién culpar cuando aprietan el gatillo, empezando por los dioses y sus caprichos.

David Riquelme es el último ciudadano chileno asesinado por Michelle Bachelet. Y lea bien, no digo asesinado por personas a su cargo, ocupo la misma tesis que los abogados de DDHH alegaron hasta el hartazgo, aquella usada para juzgar a Alfonse Capone (Al Capone), la autoría mediata.

Pinochet no mató a nadie con sus propias manos -aunque dicen que ganas no le faltaron con su Lucía- sin embargo fue capturado en la London Clinic por asesinato ¿Cual es la razón de ello? Lo que he señalado, para matar no es preciso jalar gatillos, dar órdenes in situ, pagar sicarios, o dar uno de los golpes cuando se actúa en grupo o pandilla. En los casos en que se es el jefe de una institución jerarquizada y disciplinada, y se ordena cumplir fines con independencia de la licitud de los medios, se asesina como un jefe de la mafia, como un Pinochet o una Bachelet.

Cuando nuestra ex presidenta envió a los asesinos del GOPE, policía militarizada instruida de acuerdo la doctrina de la seguridad nacional vía escuela de salvación de las américas, a “custodiar” predios privados evitando así que los mapuche se manifestaran, no podía menos que saber que iban dispuestos a matar. Y así lo hicieron con Matias Catrileo y Jaime Mendoza Collio. Si a alguien le arrojo un león el que lo mate no es sólo una eventualidad, es prácticamente una certeza. En igual proceder incurrió su ex excelencia cuando arrojó a los milicos pintados para la guerra a corretear con balas a los que piden agua.

La última vez que reparé en esta situación desapareció mi cuenta en facebook y fue vandalizado mi blog, teléfono y correo electrónico; sé que quienes están detrás de esos ataques se dicen de “izquierda”, y profundamente comprometidos con los DDHH. Me caben dudas si comprenden los alcances de defender a todos los hombres y mujeres, sin distinciones, de los abusos del poder, o si simplemente usan este discurso como patente de corso para justificar sus tropelías. Quizá es a tal punto patológica su hipocresía, la que linda en la esquizofrenia, para afirmar aquí y negar allá el mismo argumento.

El punto es que la señora Bachelet ha asesinado a compatriotas, menos que Pinochet pero eso no la hace menos asesina, en cuestiones morales los criterios cuantitativos no valen.

Y tales homicidios quedarán en la impunidad, entre otras cosas, por los diez mil millones de pesos que costó el museo de la memoria lo que dejó con pega a unos cuantos adalides del lloriqueo institucionalizado.

Del mismo modo son responsables, al igual que Capone, los que construyeron edificios habitacionales con diseños o materiales insuficientes. Que quede claro, no digo que deben responder por cuasidelito de homicidio, digo que son asesinos pues en nuestro país un terremoto es un hecho futuro de fecha incierta es decir, lo contrario a una eventualidad o un caso fortuito. En igual crimen incurrieron las autoridades que posibilitaron dichas construcciones.

En el país más sísmico del mundo, y costero, un tsunami no es una eventualidad, un caso fortuito, no es Godzilla que emerge de las profundidades del océano y destruye todo a su paso, es una catástrofe aplazada, en suspensión. Aquellos que no avisaron, que se negaron a señalizar, que no reaccionaron a tiempo son ASESINOS, no son solamente buenos ciudadanos negligentes que puedan disculparse alegando “se me chispoteó”.

Todos estos crímenes quedarán en la impunidad, Bachelet pasará colada, hasta la repostularán para el 2014.

Porque en este país hoy materialmente derrumbado, nunca ha dejado de ser hegemónica la omertá del crimen, la indecencia que mientras más abusiva es más celebrada y hasta venerada.

Por eso Bachelet no quería sacar a los milicos”, se apuran en decir los fariseos sacando el poto de la jeringa. El punto acá no es si enviaba o no a los militares, los que en caso de catástrofe están obligados por ley a trabajar por única vez en sus tranquilas vidas, lo que está aquí en entredicho son las instrucciones con las cuales actuaron y las que su ex excelencia no puede desconocer.

Los milicos debían viajar con camiones aljibes, caravanas con víveres, cascos blancos y ayuda material. Sin embargo Bachelet los instruyó a limpiar las calles, a actuar enérgica y “ejemplificadoramente”. Nuestra ex presidenta, un dechado de virtudes para tantos adormilados compatriotas, ¡les ordenó enfrentarse a nuestros propios hermanos con la bala pasada, como si ingresaran a una ciudad ocupada por el enemigo!

Bachelet es una asesina y debe responder. Pasará el tiempo, estos días se olvidarán y se recordarán con nostalgia, pero yo no olvidaré lo que he visto, he leído y he escuchado. Les pido por favor que no me hablen más de derechos humanos aquellos que creen que haber pasado por Villa Grimaldi inhabilita a alguien cometer crímenes de lesa humanidad.

Insisto, no me muestren sus cicatrices, sus certificados de dolor y de tormento, ya bastante he llorado por los muertos de ayer.

¿Qué parte del “nunca más” no han entendido?


Respecto a la responsabilidad de nuestros gobernantes por los efectos devastadores del sismo y tsunami vea, son culpables y con dolo de Rafael Algacino.

Los terremotos en el Paraíso Neoliberal, altertaperu



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jueves, 11 de marzo de 2010

Ceremonia Tsunami.



Lo urgente y lo importante.

Por Ariel Zúñiga Núñez


Sebastián Piñera asume la primera magistratura del país y la ceremonia es ambientada con cuatro sismos consecutivos que calificarían en cualquier lugar como terremoto. Dos de ellos fueron superiores en magnitud a los devastadores movimientos telúricos de Turquía y Taiwan; mientras que uno empató con el de Haiti.

Qué duda cabe que nuestro país es el más sísmico del mundo. Infinidad de testimonios y anécdotas de extranjeros se refieren a ello. El más conocido es el relato de Darwin que en Concepción sufrió un sismo y posterior tsunami de la misma intensidad que el del 27 de febrero; o el de la selección de tenis de copa Davis de Suecia, encabezada por Stefan Edberg, en 1985. En esta última ocasión los tenistas escaparon del país importandoles un bledo si su huída los descalificaba.

Hace unos pocos minutos en el congreso pleno de la ciudad de Valparaíso, atiborrado de autoridades nacionales, dignatarios extranjeros y periodistas, se celebraba el cambio de mando de Bachelet a Piñera, cuatro terremotos en media hora casi frustran el rito.

El primer temblor, el mayor de todos, llevó a las autoridades competentes (SHOA) a decretar una alarma de tsunami desde la V a la X región, Valparaíso incluido. Es decir, el congreso nacional debería haber sido evacuado y los dignatarios conducidos a un lugar alto (el congreso nacional se encuentra a pocas cuadras de la ribera y a muy pocos metros sobre el nivel del mar).

Hace algún tiempo una solicitud para instalar letreros en el borde costero que indicaran la dirección de evacuación y las zonas seguras e inseguras en caso de tsunami, fue rechazada porque podía afectar el turismo. En nuestro país siempre existe una buena excusa para mentir o para mentirnos; mientras el congreso nacional se zamarreaba todas las autoridades, literalmente todas, miraron para el costado, como si la estructura debiera necesariamente protegerlos o la naturaleza limitarse por deferencia a ellos.

¿Igualdad ante la ley?

Se supone que todos, tanto gobernantes como gobernados, estamos obligados por las leyes. La ley se presume conocida por todos, nadie puede alegar su ignorancia como motivo para su incumplimiento.

Frases repujadas en bronce, sin embargo, son sólo mitos del derecho que nos hace olvidar su contingencia, su vinculación con el poder, su determinación por los hechos. En Chile, desde luego, esa característica mitológica es aún más ostensible, por ejemplo, la alerta de tsunami regía para todos los habitantes del país MENOS PARA LAS AUTORIDADES. Y peor, ellas, consientes de su impunidad ante la ley requerían de información adicional para actuar o del consejo de sus asesores. Nuevamente el colapso de las lineas telefónicas los dejó al margen de la legalidad.

Y si de mitos legales se trata el de la presunción de conocimiento de la ley es el más burdo de todos. En primer lugar, dado nuestro mediocre sistema educativo en todos sus niveles, son muy pocos los abogados que conocen las leyes que nos rigen por ende, casi no hay ciudadanos que sean gobernados por normas que conozcan.

Nuestras autoridades han desempolvado una ley dictada en los sesenta durante un estado excepcional, la de terremotos *.

Es preciso recordar que gran parte de las leyes que nos rigen, con la notable excepción de las creadas en los últimos veinte años, se han promulgado durante estados constituciones extraordinarios, momentos en que los congresistas delegaban su representatividad en el presidente. Leyes extrañas, en mayor medida desconocidas, y redactadas en la oscuridad, entre gallos y medianoche.

La ley de terremotos castiga el aumento de precios desmedidos a los productos básicos. Lo extraño comienza cuando pensamos que en los tiempos en que se dictó la norma no regía la libertad de precios a rajatabla que prescribe la constitución de Lagos-Pinochet. De hecho existía una repartición pública, la DIRINCO, encargada de supervisar el respeto a los precios máximos. Burocráticamente el SERNAC es el sucesor de la DIRINCO pero no le fueron legadas ninguna de sus atribuciones. Quién vende un huevo a mil pesos comete una acción deleznable pero si el gobierno quiere castigarlo me parece que está forzando las cosas.

En primer lugar, esta ley de terremotos es un conejo que acaban de sacar del sombrero. Quizá sólo uno de los burócratas del palacio de gobierno se acordaba que existía. En segundo lugar, la desigualdad ante la ley entre gobernantes y gobernados, es decir, el principio fundacional de la tiranía, se refuerza cada vez que las autoridades no se dan aludidas por los mandatos generales o cuando ellas hacen de sus caprichos o urgencias del momento, magicamente, normas que les permiten hacer lo que quieran cuando quieran.

La reacción en contra de los saqueadores es desmedida y al mismo tiempo coherente con el abuso generalizado que pongo de manifiesto. Me pregunto si secarlos en la cárcel evitará que en cincuenta años, para en el próximo mega terremoto seguido de tsunami, todos se abstengan de conductas antisociales. En un país en que la norma es vivir ajenos a los hechos y en plena ignorancia del pasado no veo qué función pueda cumplir la mano dura salvo satisfacer la sed de venganza sádica de nuestras autoridades.

Lo urgente y lo importante.

George Orwell, el gran escritor anarquista británico, puso su pluma y todo su talento al servicio del imperio que siempre combatió, durante la segunda guerra mundial. Lo urgente desplazaba lo importante. Era preciso derrotar a Alemania, luego vendría lo demás.

No se lo puede criticar por ello en lo más mínimo, en España dio casi hasta su último aliento defendiendo la revolución en el bando del POUM.

Chile posee muchos y muy buenos escritores, es el momento en que apliquen el criterio de Orwell: Estamos en una situación crítica, el terremoto y el tsunami han desnudado un país africano que moraba invisibilizado en una careta modernizada, y ha creado otro, que no existía, apenas unos cuántos kilómetros al sur de la capital.

Un país sin agua, luz, ni techo. Autoridades sobrepasadas preocupadas de llegar al final del día y nada más.

Me pesa la indolencia de nuestras elites que ven en esto una oportunidad para sus negocios; pero me violenta aún más la actitud de tantos izquierdistas que corrieron a ver si sus heredades estaban indemnes y luego se han dedicado a sus importantes asuntos sin que nada los perturbe. Mientras ellos dirimen si Trotsky o Lenin tenían la razón, yo seguiré poniendo mi luciferina lucidez al servicio de comprender lo que está sucediendo.


* Ley 16.282.



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domingo, 7 de marzo de 2010

Burundi ayuda a Burundi.


Extraño ritual televisado enfrentado a la cruda realidad.

Por Ariel Zúñiga Núñez


Esto es maremoto aquí y en Burundi”.

Francisco Vidal.


Burundi es un pequeño país del cuerno de África en donde jamás ha existido un maremoto, además una catástrofe de ese tipo nunca podría ocurrir. La razón es sencilla, se trata de un país sin costa marítima. Lo más parecido a un océano que dispone Burundi, es el lago Tanganica, uno de los más grandes del mundo; el índico se encuentra a cientos kilómetros de distancia. Francisco Vidal, ministro de defensa, es profesor de historia y geografía, por lo tanto su irónica referencia es imperdonable. El calor del momento no es excusa pues no realizó una aclaración, o al menos un gesto de afable con el pueblo de Burundi utilizado de un modo incorrecto y peyorativo.

La actitud de nuestro locuaz ministro de defensa palidece al contrastarla con la de otras autoridades, es por esa razón, quizá, que nadie haya reparado en ella. El archipiélago de Juan Fernandez fue barrido con un tsunami que no fue alertado, es más, fue descartado con énfasis por nuestra mandataria perdiéndose casi dos días para asistir a los sobrevivientes. Algo parecido ocurrió en la costa de la V, VI, parte de la VIII y IX región, pues en el único lugar en donde el maremoto sucedió inmediatamente al terremoto fue en la zona del epicentro. Las imágenes de Penco, por ejemplo, muestran el tsunami con luz de día en instancias que el terremoto fue a las 3,34. Entonces no se puede hablar de imposibilidad de avisar, ni siquiera en la zona del epicentro que fue devastada media hora después del sismo. El caso de Juan Fernandez es especial pues requerían de un aviso pues en dicho lugar el temblor no fue perceptible.

Los fusilamientos sumarios tras el terremoto de Valparaiso de 1906 que muchos han recordado en estos días, parece una pena adecuada para Carmen Fernandez, directora de la ONEMI, el director del servicio hidrológico de la armada (SHOA), y para la presidenta Bachelet. Ningún ladronzuelo de televisores plasma o vendedor de huevos a diez veces su valor merece ser comparado con quienes por negligencia inexcusable asesinaron a cientos de compatriotas. Ningún crimen se compara a la mayúscula incompetencia que amplificó los efectos devastadores de un movimiento telúrico, que privó por días a millones de chilenos de agua para beber y un trozo de pan. Cuando se elige a un presidente de la república no es para que llore ante los periodistas como lo ha hecho Bachelet de modo constante desde el día del terremoto. Si no posee la capacidad de soportar la tensión debe hacer inmediato abandono de su cargo, un presidente llorón no aporta en lo más mínimo a un país en el suelo, derrotado por la naturaleza potenciada con la acostumbrada desidia e imbecilidad de nuestros gobernantes.

Vidal, nuevamente, ha demostrado que sus credenciales académicas son de alguna manera falsas, sin embargo ha sido el único hasta el momento en preferir ponerse rojo una vez en lugar que amarillo toda la vida. No se trata que comunicacionalmente hiciera lo correcto pues en nuestro país se ha institucionalizado el que ninguna autoridad asuma costos políticos -con mayor razón ante las cámaras de TV-, sino que encaró los errores de su cartera evitando que se sentara en el banquillo de los acusados al resto de los ministerios. Ignorante de la geografía política africana pero cabal como político y como ser humano; hasta el momento ha sido el único que ha ensayado alguna disculpa, y su desafortunada intervención sirvió para sofocar el incendio.

El ministerio del interior ha deslindado responsabilidades con la ONEMI como si se tratara de una institución autónoma; por su parte el ministro de hacienda, Andrés Velasco, no se ha hecho cargo de las graves acusaciones en su contra provenientes de la Universidad de Chile, en torno a que ha sido él, y sus antecesores, quién ha mezquinado los recursos para los estudios sismológicos en el país más sísmico del mundo. Mientras Velasco se hace el leso con sus responsabilidades su esposa, Consuelo Saavedra, oficia de rostro comprometido con la reconstrucción del país en su rol de conductora del noticiario del canal nacional.

Y la presidenta actuando incompetente, tartamuda, llorona, evidentemente sobrepasada por los hechos, con unas ganas que pasen los días y poder entregar el cargo a su sucesor, otro payaso que no ha sido capaz de reaccionar adecuadamente. Autoridades torpes y débiles incrementan día a día la magnitud de la catástrofe pues deja aún más desamparados a los damnificados.

El desempeño de nuestra popular mandataria.

Bachelet ha actuado durante todo su mandato como una Miss Chile pasada de años y de kilos; sólo el embrutecimiento de nuestros ciudadanos explica su alto respaldo popular. Sólo en un país de idiotas un presidente es juzgado por su simpatía y con total prescindencia de sus realizaciones.

Sólo como ejemplo mencionemos el siguiente caso, completamente ignorado por nuestra prensa:

Bachelet llegó a Chile a la medianoche del sábado 27 de febrero. Venía de una gira por Argentina y Uruguay. Junto a Cristina Fernandez, en una de sus escalas, recibió a los participantes de la regata del bicentenario, allí respaldó a la presidenta argentina en sus reclamos ante Inglaterra por las prospecciones petroleras en las Malvinas. Inglaterra posee legal y legítimamente las islas del sur atlántico sin embargo nuestra presidenta solidarizó con Fernandez y afirmó lo contrario, que las Malvinas son legítimamente argentinas ¿Eso quiere decir que el norte de Chile es legítimamente peruano y boliviano? ¿Desde cuándo, y en qué instancia se ha decidido, que la doctrina internacional de Chile se opone al statu quo, al derecho del poseedor fundamentado en su propia posesión o uti possidetis, o admite una excepción a la intangibilidad de los tratados y de las fronteras?

Inglaterra ha ejercido la soberanía de modo incontestable y continuamente; en último caso, si llevamos la argumentación al extremo, las ocupó belicamente de modo exclusivo, excluyente y con ánimo soberano. Si se pretende discutir la legitimidad de la guerra para cuestionar sus resultados igual criterio deberá utilizarse en todos los casos. Si Bachelet dice que las Malvinas pertenecen legítimamente a la Argentina ¿Cual el es fundamento de nuestra soberanía desde Cobija hasta la linea de la concordia? Chile anexó territorio boliviano y peruano mediante la guerra del pacífico, si nuestros gobernantes niegan la legitimidad de la soberanía obtenida por la ocupación militar afecta los intereses permanentes de la nación, es decir, esto se llama traición a la patria, o por lo menos notable abandono de deberes. Chile posee las tres regiones del norte y la araucanía debido al empleo de la fuerza bélica; en la guerra de las Malvinas Chile colaboró militarmente con Inglaterra poniendo a su disposición sus puertos y aeropuertos así como pertrechos. Bachelet, la señorona llorona y solidaria, la amigui de Cristina Fernandez, está diciendo que Chile debe devolver las regiones del norte, los millonarios recursos obtenidos por el salitre, cobre y pesca, la Araucanía restituirse a los mapuche e indemnizar a Argentina por afectar sus intereses en la “ilegítima” guerra de las Malvinas.

Nuestros estúpidos gobernantes creen que su tarea consiste en andar de gira por el mundo quedando bien con dios y con el diablo. El terremoto ha dejado en evidencia ante las masas lo que ha estado claro desde el principio: Nuestra presidenta ha sido el segundo presidente más tonto, el primero, hasta el momento, sigue siendo Eduardo Frei Ruiz Tagle, aunque puede ser destronado por Bachelet pues aún le quedan unos días de mandato. La acción de Piñera posterior al terremoto anuncia que postulará a incluir su nombre en esta vergonzante lista.

Gobernantes merecidos, a la altura de los ciudadanos que al menos en su estulticia representan. Todos, hasta los que se dicen de izquierda, plegados a la reconstrucción virtual, asistencialista, jesuita, en fin meramente ilusoria. Otros radicales profesionales dedicados a dar crédito a tesis conspiranoicas que echan al tacho de la basura todo lo que conocemos sobre geología y sismología.

Nuestro Berlusconi.

Sebastian Piñera Echenique ha sido comparado reiteradamente con Belusconi, por ser un próspero empresario con fuertes intereses en el negocio del espectáculo y las comunicaciones.

Ojalá fueran tan parecidos como majaderamente reitera la prensa, en especial la extranjera. Berlusconi el día después de un terremoto que destruyó algunas ciudades de su país llegó con el ejercito y instaló campamentos tan abastecidos como los poblados en ruinas. La prensa hizo notar sus poco afortunadas declaraciones: “quiero decirle a los damnificados que se tomen esto como una semana en un campamento vacacional”.

Piñera no sólo posee un helicóptero, además lo pilotea. Si la presidenta no fue capaz de sobrevolar la zona de la catástrofe en las primeras horas del sismo, Piñera pudo hacerlo, con medios propios, sin pedirle permiso a nadie.

Es más, tales inspecciones personales carecen de valor pues existen satélites; cualquier suscrito a la versión pagada de google earth podría haber tenido la información que se requería para actuar desde el amanecer del día 27 de febrero.

Aún ningún campamento equivalente al criticado de Berlusconi se ha montado en la zona de catástrofe; menos alguno gestionado directamente por el futuro mandatario. En el barrio Yungay, por ejemplo, los campamentos improvisados ocupan todas las áreas verdes. Para sostenerse dependen de sus propios recursos y de la caridad de los vecinos.

Después del sismo elogió a la indefendible Carmen Fernandez. Cuando Bachelet le solicitó que designara de modo inmediato a nuevos intendentes confirmó a la histérica alcaldeza de Concepción en el Bio Bio, a un empresario forestal en la zona de la araucanía y a un gerente de empresas constructoras en Santiago. Es decir, designo en casi todas las regiones al gato para hacerse cargo de las carnicerías.

En cualquier país una catástrofe como la sucedida obligaría a extender el mandato de los actuales gobernantes, al menos hasta que la situación se normalice. En Chile a nadie se le ha ocurrido. Bachelet le ha tocado por primera vez gobernar y ha fracasado; Piñera ha sido su sombra, tampoco quiere hacerse cargo del “cacho” pero su mentalidad de mercanchifle lo constriñe a exigir el respeto a lo acordado a su contraparte, la presidencia desde su punto de vista es un derecho adquirido, un crédito a favor.

La presidenta y su sucesor han actuado como tonto y retonto; a causa de ello, y como un medio de mitigar los efectos, han recurrido a la farándula para apuntalarse.

Hemos recuperado la fe.

Las políticas emprendidas por el gobierno deben entenderse como la continuación de la catástrofe por otros medios. En especial, la cabida que le han dado a las grandes empresas para rematar los despojos, asistidas por los medios de comunicación y la iglesia católica.

La reconstrucción costará, según cálculos gruesos y conservadores, treinta mil millones de pesos. La presidenta, y su sucesor, respaldan la campaña televisiva organizada por Don Francisco la que recauda una suma QUINIENTAS VECES MENOR a la requerida. Es decir, se colectaron treinta mil millones de pesos, a penas sesenta millones de dólares, el 0,2% de la cifra requerida.

Al menos Velasco fue capaz de reconocer que las donaciones de las empresas se descuentan de los impuestos, es decir, es primera vez que alguna autoridad de este país reconoce que las empresas “solidarias” están donando dinero nuestro. Esos recursos llegarían a las arcas fiscales si es que no se desviaran a la teletón, hogar de cristo, techo para chile, etc. Las instituciones “solidarias” han cabildeado para que se estatuyeran leyes a su medida, de ese modo se sostiene el poder político de la iglesia católica mediante sus colegios y fundaciones, o de instituciones nominalmente laicas como la teleton y un techo para chile, tan vinculadas al macroempresariado que parecen una agencia de él.

Treinta millones de dólares no sólo es una cifra insignificante sino que se trata de un modo de desvestir un santo, la recaudación fiscal, para vestir a otro. Chile ayuda a Chile está bien dicho, no es dinero que venga desde fuera del país, las “donaciones” de las empresas son meramente ilusorias, y quienes donan en el banco subsidian al macroempresariado, medios de comunicación y gobierno para que limpien su imagen severamente deteriorada por el modo en que han reaccionado a la catástrofe. Como ha sido la historia del país el Chile pobre ayuda al Chile rico a conservar y solidificar sus privilegios. Peor aún, la falsa solución hará que muchos piensen que este asunto está resuelto sin comprender que la calamidad recién comienza.

Cuando los rostros declaran “hemos recuperado la fe”, lo que quieren decir es “hemos conservado el control”.

El ejemplo de Dresde.

La ciudad alemana de Dresde fue criminalmente bombardeada por días durante la segunda guerra mundial. Allí los aliados desataron la mayor agresión en contra de la población civil indefensa que se registre en Europa; a nivel mundial tal masacre sólo es comparable con las atómicas de Hiroshima, Nagasaky o por el bombardeo CNN en Bagdad.

En Dresde no quedó piedra sobre piedra. Sin embargo la ciudad fue reconstruida; se podría decir que en vez que restauración se trató del levantamiento de una réplica de Dresde en el mismo sitio que ocupaba.

El modo de reconstrucción europeo y japonés contrasta con el chileno.

Chillán ha sido destruido tres vez por un terremoto, en las dos oportunidades anteriores la ciudad se trasladó, eso explica que exista un Chillán viejo y otro Chillán, menos conocido, aún más viejo. Concepción se ubicaba en un principio en Penco, por esa razón sus habitantes son llamados penquistas, y después de un terremoto se abandonó la ciudad en ruinas y se construyó otra, a kilómetros de distancia. Gran parte de Valdivia se derrumbó en 1960, otra sencillamente se hundió unos ocho metros quedando bajo el nivel del río y del océano. Aquel sector de la ciudad fue abandonado pero de a poco comenzó a ser ocupado por las personas de escasos recursos, es lo que se conoce como los “barrios bajos”. Chaiten fue destruida por su volcán, la solución del gobierno, anunciada pero aún no ejecutada, es el traslado de la ciudad. El único caso de una ciudad destruida que ha conservado su emplazamiento es Valparaiso, que como todos sabemos, es un lugar en ruinas desde hace más de cien años; lo que algunos consideran “pintoresco”, ha sido el modo de adaptarse a los calamitosos terremotos, incendios y bombardeos.

El modo de reconstrucción chileno es, por lo tanto, el opuesto al europeo y el japonés. Lo que sucederá, si no se varía radicalmente el rumbo, es que se construyan ciudades campamento de emergencia afuera de los emplazamientos en ruinas. Tales campamentos terminarán siendo ciudades satélites, como alto hospicio, las ciudades mismas como en Concepción y Chillán, o quedarán barrios abandonados por décadas como en Valdivia. Si se conservan los emplazamientos Talca, por ejemplo, será una ciudad ruinosa como Valparaiso y quizá en cinco décadas la postulen a patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

Cuando todos hablan de reconstruir y ayudar es imperativo precisar a qué se están refiriendo, si al modo europeo o al chileno. Treinta mil millones de dólares cuesta la reconstrucción a la “chilena”, la que pretende que los poblados conserven sus nombres pero se aniquile su urbanización y queden arruinados permanentemente.

En este país se cree que levantar una ciudad es exclusivamente proveer techos olvidando que lo que se ha aniquilado, conjuntamente con la infraestructura, es la economía de varias de esas ciudades. Aunque se les construyan casas sólidas y definitivas a todos los damnificados ello de nada servirá si sus fuentes laborales han desaparecido. Por ejemplo el litoral desde la sexta hasta la novena región está destruido (una costa de seiscientos kilómetros), la mayor parte de las ciudades y caseríos de ese sector habían estado dedicadas, a veces exclusivamente, al turismo ¿Servirá de algo reconstruir Cobquecura? No sólo serán pocos los empresarios turísticos lo suficientemente valientes para quedarse en pueblos asolados por un tsunami, también escasearán los turistas. Deberá pasar una o dos generaciones para que recién algunos se aventuren a recorrer el litoral arrasado, así pasó con Corral, Niebla, Curiñanco, Queule y Puerto Saavedra después de haber sido demolidos por el maremoto de 1960: Hasta hoy son pueblos fantasma. El turismo en esa zona se ha arruinado y sin empleo no hay ciudades ¿Ofrecerán los planes de reconversión laboral de Lota y Coronel como solución?

La reconstrucción a la chilena no es un propósito serio. Sólo se quiere ganar tiempo, los poblados destruidos serán olvidados al igual que con Chaitén o el Norte grande.

Valdivia nunca ha podido recuperarse y hoy no es ni la sombra de lo que era hasta mayo de 1960. El Lota y Coronel la reconversión laboral fue calamitosa, por lo que la recuperación económica de las zonas devastadas es tan ilusoria como la de su infraestructura.

La problemática y la solucionática.

Quién sufre una desgracia en este país es asistido caritativamente por el gobierno o por las instituciones mediante las cuales se ha “privatizado”, siempre y cuando la TV desate las culpas colectivas en latencia. Esto se hace desde una mentalidad inmediatista. Sobran las mediagüas, las frazadas y el cafecito, y falta el concepto de indemnización, es decir, de dejar a los afectados por una catástrofe de la misma manera en que estaban antes de su ocurrencia.

El despliegue de esta mentalidad, exponenciada por los anticuados dogmas de fe neoliberales, provocarán en este caso una masiva migración de las zonas devastadas hacia Santiago, ciudad aún en pie y con empleos disponibles, lo que aumentará su ya inflacionado tamaño, la marginalidad y la cesantía. Los poblados antes prósperos serán pueblos olvidados. Esa será la consecuencia de la aplicación estricta de las reglas del mercado en la zona de catástrofe; un caso excepcional requiere de una solución excepcional. Lamentablemente ello exige elites extraordinarias como la alemana y la japonesa; nuestra lumpen burguesía sólo pretende conservar el poder y ganar unas chauchas sobre la marcha.

Se requiere un programa intenso de renacionalización del cobre y de actividades estratégicas, para financiar la reconstrucción y dirigir la economía, único modo de recuperar el empleo. Carreteras, agua, electricidad y telecomunicaciones públicas. Una empresa constructora perteneciente al Estado de modo de canalizar ayuda internacional y dirigir la reconstrucción de viviendas e infraestructura ¿Acaso creen que los donantes externos querrán pasar dinero que llegará a los bolsillos de los privados?

La catástrofe es tan grande que es comparable a los efectos devastadores de una guerra, por ende, sólo una economía de guerra, léase centralmente planificada, podrá hacerle frente. Seguir aplicando el neoliberalismo en la zona devastada es abrir la posibilidad al saqueo de macroempresariado, ellos no se llevan un tv plasma, se roban hasta el azul del cielo. La alternativa a la doctrina del Shock, es decir el remate al mejor postor de los despojos y los seres humanos que habitan en ellos, es la reconstrucción keynesiana, el mismo modelo que utilizó Europa después de la segunda guerra mundial.

Si a nuestra elite le sigue interesando sólo los índices macroeconómicos la calamidad se esconderá con las positivas cifras de la reconstrucción, pese a que se haya africanizado la mitad del país. Como una cruel ironía Chile se habrá transformado en el Burundi de sudamerica.

Esto es sólo un anticipo.

Los connotados expertos que correcta y oportunamente anticiparon este terremoto, silenciados y ridiculizados por el gobierno, señalan que un sismo de igual, y quizá mayor magnitud, se producirá en pocos años en el norte del país. No sólo es urgente la reconstrucción integral, a la europea, sino que un nuevo modo de anticiparse a las catástrofes que tarde o temprano nos asolarán.

Para ambas tareas se requiere un Estado fuerte, con capacidad técnica y política para emprender actividades económicas estratégicas, es decir, uno diferente, es más, uno opuesto al chileno.



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jueves, 4 de marzo de 2010

La Reconstrucción Moral del País.


Contrarreforma mercantil jesuita.

Por Ariel Zúñiga Núñez



Caminaba de madrugada por el centro de Santiago, capital de un país radicalmente distinto al de una semana. No es por la acumulación de escombros en las esquinas, las carpas tendidas en las plazas públicas, los semáforos que no funcionan, los postes de alumbrado torcidos; algo adentro, en lo profundo de cada uno, ha sido remecido. Ha colapsado la careta, la vida tranquila, solucionada, prefabricada que han asumido los exitosos yupies de mi generación. Cargan ese pesar de los que hemos fracasado, se ven por fin en el mismo lugar que todos los habitantes de esta tierra, como arrojados por un maleficio a una isla primitiva que aún no resuelve sus contradicciones en las abismantes profundidades de su corteza.

Hace una semana estos zombies buscaban desesperadamente el modo de entretenerse en juegos de adultos fomes, en actividades costosas en donde pudieran reservar asientos con sus teléfonos inteligentes con GPS e Internet 3,5 G. A las 3,34 minutos del sábado no sólo sus computadoras de bolsillo, que cuestan entre uno y tres sueldos mínimos, dejaron de funcionar, también sus vidas y sus sistemas de creencias.

Para quienes no hemos conseguido insertarnos en este país de fachada, la calamidad se agregaba al padecer cotidiano. Fundíase en el crisol del desespero con las llagas abiertas, el dolor de todo el mundo, el titánico esfuerzo de sostener una existencia que no elegimos, en una naturaleza que no controlábamos.

Chile es un país de damnificados hace mucho tiempo, desde que era una merced de tierra de Diego de Almagro. Un sitio pobre y desolado, con pintorescos dirigentes que confunden sus sueños de grandeza con nuestra precaria realidad.

Hasta que el descarnado humor de nuestros dioses tectónicos y magmáticos se hace sentir y rebaraja la vida de todos quienes creían que un país desarrollado, de la OCDE, se había superado el flagelo de la calamidad colectiva o sencillamente habíase decretado la suspensión indefinida de la sismisidad. Un meneo de caderas permitió ver los calzones percudidos de un país vendido como ejemplo para el mundo.

Cada paisano un sobreviviente, rictus de escultura heráldica, la gloria de haber enfrentado a los elementos y exhibir la vida como trofeo de ese triunfo.

Cadáveres vivientes los que por fin asumen que están vivos, que el remezón no fue un simulacro del armagedón sino el infierno mismo y que nos hemos reído sardónicamente en sus hornos.

Remecidos y remeciéndonos, en una inestabilidad telúrica, de réplicas imperceptibles y otras de magnitud terremotesca, en nuestras mentes, en las creencias que hemos sido fraguados.

Y es que quedan pocos, quedamos, muchos menos, ateos o anarquistas. La gran mayoría ha abrazado los ídolos del momento, ha dicho “gracias a dios estoy vivo”, se ha emocionado con militares desfilando en las calles, con curas promocionando multitiendas, con saltimbanquis ordenando el caos, verbalizando creacionistamente, llevando la vida a la zona del desastre con un micrófono o con un autoadhesivo en la solapa.

Nuestra clase proletaria” hoy es el lumpen para gran parte de nuestra izquierda, o un carestiado que hay que satisfacer del modo más jesuíta posible, con cara de condolido adonfranciscada si se es adulto; con cara de chico Yingo en vacaciones si se es joven.

El país de a poco asume el cariz parroquial y militarista que nuestras elites soñaban, pero las grietas en el corazón de un pueblo sobreviviente no se mitigarán nunca.

Como sobrevivientes de una guerra los ojos vidriosos de mis compatriotas reflejan el sombrío fulgor de la gloria obtenida en la amargura, en la agonía, en los vívidos recuerdos de los muertos, la soledad que nos abrazó esa noche y nos cobijó con frío y angustia.

Los de siempre jugarán a reconstruir el país, a refundarlo, pero se olvidan que los chilenos hemos cambiado, que nos hemos visto en la obligación de reflexionar, de estar horas incomunicados, destelevisados, de pensar por nosotros mismos, conversar con los vecinos y finalmente constatar que nuestro país es una farsa, nuestra clase política una vergüenza mundial, las “organizaciones de base” de la izquierda un delirio de los afiebrados dirigentes, la información “alternativa” una réplica a menor escala de la oficial.

Un cataclismo de 8.8 grados no producirá organizaciones libertarias, ni de ese socialismo espontáneo de la sobrevivencia germinará un nuevo mundo. Este sismo ha dejado en evidencia la fortaleza de la infraestructura del país, que su “sistema de comunicación” es una mera apariencia, y que la izquierda no posee ni bases sociales, ni personal competente, ni líderes que comanden una respuesta organizada ante la desidia de nuestro estado corporativo.

Curas y mercaderes, mercaderes y curas, las caras alegres de los jóvenes entusiastas que creen que el mundo se cambia a martillazos y mediaguitas, conformarán por décadas el panteón en donde se enterraran nuestros sueños. En bronce se leerá: Hemos reconstruido el país.

¿Cómo resistir a esta contrarreforma ideológica jesuita?

Tengo algunas ideas pero mientras no podamos responder colectivamente estaremos al alero de lo que digan desde arriba, desde el alto mando misionero.

Quizá son unos días solamente de lucidez generalizada, de ese brillo sombrío en la mirada de mis compatriotas. Ya se fabrican las nuevas pomadas para sustituir mitos por mitos, creencias por creencias. Se viene la mercantil contrarreforma, serán los bondadosos empresarios los donantes y los techonarios los retontos útiles de esta gesta sagrada, el gran rito que refundará el país del bicentenario.



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